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OPINION Debilidades y fortalezas

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Por Eduardo Aliverti
El ritmo vertiginoso y hasta enloquecedor de la política argentina semeja ser ya una marca de fábrica.
La horrible situación de los inundados bonaerenses que, si se quiere, afronta en estas horas lo peor porque comenzó la vuelta a casa de los evacuados, parece haber corrido del lugar central las repercusiones por el resultado en las urnas. En realidad eso es relativo, porque sucedió que el drama de la inundación fue insuflado, precisamente, por los cálculos de aprovechamiento de campaña electoral. Daniel Scioli cometió un error insólito, tratándose de una figura que para circunstancias de este tipo siempre estuvo atento a la sensibilidad popular, al viajar a Italia –por los motivos que fueren– cuando el pronóstico de sudestada ya era irreversible (y si no lo hubiere sido, tampoco es justificable que se ausentara porque el agua estaba al cuello aunque estuviera bajando). Técnicamente reaccionó a tiempo, por decirlo de alguna manera, siendo que pegó la vuelta apenas aterrizó en Roma. Pero para el análisis político la macana ya estaba hecha y la oposición, en esencia el macrismo, adoptó una postura de demagogia repelente que llegó al extremo de anunciar planes de trabajo –por si ganan en octubre– a fin de evitar la repetición de los hechos. Mientras tanto, se sucedía una serie de denuncias, excusas, argumentos, contradicciones y especulaciones capaces de confundir a casi cualquiera, porque se supone que debe haber una explicación científica por la cual los entendidos brinden un patrón común de las causas. Si la hay no se notó, gracias a un enchastre de datos en el que cada quien pareció jugar sus propios intereses de defensa o perjuicio. Entran en esa lista obras incumplidas, otras efectivizadas y capaces de haber permitido que el drama no fuera peor todavía, otras inconclusas, presupuestos subejecutados, partidas que se usaron como corresponde, el avance sojero a través de la siembra directa que destruye el suelo, la que lo favorece, el cambio climático, la incidencia de los canales clandestinos, los incumplimientos y transgresiones de los desarrolladores privados y así de corrido, incluyendo que con 350 milímetros de lluvia de golpe no hay obra ni previsión que resista y que eso ocurre en todo el mundo.
Esa nómina de señalamientos compitió con cuánto queda afectada la imagen de Scioli y sus chances en octubre. Pareciera una especulación mediocre, porque lo demostrado hasta el hartazgo es que en elecciones presidenciales y de cargos altos el votante promedio evalúa el balance completo de una gestión, así como sus perspectivas junto con la confiabilidad de otras opciones, y no acontecimientos puntuales por mayor impresión coyuntural que produzcan. Más aún, el uso pretendidamente ventajero de episodios que desfavorecen al rival puede redundar en lo contrario o, tan sólo, tener efecto neutro. Que lo digan si no los perpetradores de la opereta contra Aníbal Fernández, justo en la semana previa a las elecciones. No deja de ser asombrosa la cantidad de colegas y analistas detenidos en la foto que promueven, antes que en el conjunto de la película. Por caso, la cantinela de que más de un 60 por ciento de la sociedad votó por la oposición es de una endeblez prodigiosa. ¿Cómo es posible que esa cifra sea tomada cual un todo más o menos homogeneizante (diccionario: transformar una cosa para que tenga características comunes y uniformes con otra u otras), mientras que sí lo es el porcentual de casi 40 que respaldó a la fórmula oficialista, en 20 de los 24 distritos, y en algunos de ellos con diferencias extraordinarias que la oposición no obtuvo en ninguno de los que ganó, con la discutible salvedad de Córdoba? Véaselo por la inversa y con números similares, ya que Mauricio Macri, individualmente considerado, obtuvo un 41 por ciento de los votos porteños a presidente y algo menos en la lista de diputados nacionales. Con la misma lógica, ¿el 59 por ciento de la CABA que no lo votó expresa una fuerte tendencia antimacrista? ¿O lo que se cuenta en política es el grado de cohesión más aglutinado y que la dispersión del resto implica una falta de voluntad común que, a la vez, no muestra destreza para aspirar al poder? En su columna del lunes pasado, en este diario, quien firma remitió a la atmósfera de velorio –profundizada al conocerse el escrutinio final– con que analistas y operadores anti K se lamentaban por la falta de unidad que, según ellos, hubiera producido un resultado bien diferente. Y se hacían algunas preguntas con las que vale la pena insistir, como con qué seguridad puede afirmarse cosa semejante cuando hay de por medio la tendencia nacional a, globalmente, seguir en línea con la gestión de estos doce años. O con sus grandes trazados. Se recordaba que fueron Massa, primero, y Macri, a último momento, quienes asumieron que debían retroceder varios pasos en la propuesta de cambiar. Y que una alianza entre ambos, ya imposible de ser manifestada en listas conjuntas, bien podía ser vista –antes, y ahora de cara a octubre– no como potenciación, sino como un oportunismo con altas o considerables dosis de rechazo.
También pueden apreciarse elementos de los porcentajes más chicos que complejizan, o desmienten, esa suma entre arriesgada y ridícula que le da a la oposición una mayoría de dos tercios del electorado. ¿El casi millón de votos en blanco, que sumados a los nulos estuvieron arriba de un 5 por ciento del total, hay que computarlo como voluntades opositoras? ¿Opositoras a qué, y en cuáles términos de fuerza agrupada si ni siquiera fue planteado como consigna? El 3 por ciento largo de Del Caño y Altamira, que con el agregado de las otras variables de izquierda testimonial supera el 4, ¿se junta con Massa y De la Sota o con Cambiemos? ¿El 2 por ciento de los Rodríguez Saá es antikirchnerista? ¿Los cerca de 800 mil votos a Stolbizer enuncian ideológicamente lo mismo que Macri, e irán en manada hacia él? Oxímoron mediante, ¿el 24 por ciento que se quedó en su casa significa una energía solamente contraria al Gobierno? Y divisemos octubre. En Santa Fe, donde Scioli le ganó a la suma de Macri, Carrió y Sanz, ¿los socialistas van a votar a Cambiemos? En Mendoza, donde Cambiemos ganó raspando, ¿los radicales partirán en masa hacia el líder del PRO? En Córdoba, ¿Massa retiene todos los números de De la Sota o contará que Schiaretti muy probablemente apoyará a Scioli porque, al fin y al cabo, y al igual que los del gobernador, son votos de raíz peronista? En la provincia de Buenos Aires, ¿la muy buena elección de Vidal es equiparable a la suma de Fernández y Domínguez?
La primera tanda es de preguntas retóricas, porque llevan implícita la respuesta de que no se pueden juntar vacas con pomelos. La segunda, hacia octubre, se nutre en cambio con interrogantes de contestación incierta y todavía es muy pronto para sacar conclusiones. Pero hay algo que no varía, incluso sin atender que las primarias siempre tienen, para el cálculo de las elecciones decisivas, el efecto inercial de subir algunos puntos al ganador. Sólo con eso, el Frente para la Victoria superaría el 40 por ciento con cierta comodidad. Y entra en la oportunidad de obtener más de diez puntos sobre el segundo para vencer en primera vuelta, sin necesidad de llegar al 45. Lo que no cambia es eso de que, tras el domingo, el oficialismo quedó mirando el techo mientras que la oposición –con dos candidatos salientes, o uno y medio– tiene inestable el piso. El estado de la economía en octubre jugará su papel clave en el tercio fluctuante del electorado, y tanto Scioli como Macri deberán acertarle a la táctica más adecuada para, en primer lugar, tener capacidad de retención, y después intentar la conquista de los puntos que les faltan. Los votos de Scioli pintan más sólidos y le falta mucho menos que a su rival, pero no puede dormirse ni en medio laurel. Por lo pronto, en las primarias quedó demostrado que los votos son de la Presidenta. Como advierte el sociólogo Artemio López, el gobernador bonaerense sufrió merma de sus expectativas en los sectores populares del conurbano y asomaría como un yerro prenderse a la idea de que lo faltante está entre ese dichoso electorado “independiente” o “moderado”. Hace falta más kirchnerismo, no menos. Además de esto, los protagonistas principales que emergieron –junto con Cristina, desde ya– no son excluyentes. Aunque se quiera pretender que ya se vio todo, las operaciones mediáticas hasta octubre alcanzarán una magnitud probablemente desconocida y es de esperar cualquier cosa. Tampoco cabe descartar, va de suyo, intentos de golpe de mercado y otras delicias.
Sin embargo, después de todo, las anteriores no son más que especulaciones electorales y sujetas a márgenes de error importantes. Cuando se profundiza, lo comprobado es que el Gobierno y el FpV (se) ratificaron una solvencia bien alejada del escenario terminal machacado sin dobleces por los medios. Y esto adquiere relevancia particular en una etapa en que la región tiene tembladerales dificilísimos, en países estratégicos como Brasil y Venezuela. En el primer caso, además, hay una afectación directa para Argentina porque se trata de su socio comercial más importante, en importaciones y exportaciones. Y en Venezuela corre riesgo, muy serio, una experiencia de nacionalismo progresista cuya caída sería un mazazo grave para los buenos vientos que vinieron soplando en Sudamérica hace ya varios años.
Frente a ese panorama, lo subrayado el domingo es que aquí hay un volumen de resistencia –y hasta de ofensiva– que cuenta con votos, cierta capacidad de movilización y un liderazgo político firme aunque no candidateable. No parece que eso vaya a cambiar en octubre, cualquiera fuere el resultado.

INSULTO A VECINOS DE TIGRE Massa, a los gritos

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Sergio Massa estaba recorriendo barrios inundados de su municipio cuando unos vecinos le salieron al cruce para reclamarle por la falta de obras en el Tigre. El precandidato presidencial de UNA inicialmente los escuchó, hasta que le preguntaron, chicaneándolo, por qué había mermado su cosecha de votos en la provincia. La burla le hizo perder el control, y Massa terminó insultando a sus interlocutores. “¡Chorros! –les gritó mientras se alejaba acompañado por su custodia–. ¡Se robaron los planes! ¡Si les gusta Cristina voten a Cristina!”
El ex intendente de Tigre había dedicado el fin de semana a supervisar un operativo solidario para llevar donaciones a los afectados. Con los aportes de municipios y habitantes de municipios gobernados por UNA, Massa llenó siete camiones con lavandina, agua mineral, alimentos, ropa, medicamentos y artículos de tocador. El sábado fue a Salto y Arrecifes; ayer estaba en un barrio de Tigre cuando se topó con el grupo que lo cues- tionó.
“No tenés vergüenza”, “sos un caradura”, “sos un ladrón y ahora te venís a hacer acá el que traés los camioncitos... ¡por favor!”, lo increparon los vecinos. El cruce fue grabado en video y subido a Internet. En él se ver cómo la discusión fue alargándose hasta que una mujer le preguntó: “¿Vos por qué creés que ganaste la primera elección con el 70 (por ciento), la segunda vez con el 60 y ahora sacaste 35?”.
“Estás mal informada: gané con el 45 la primera vez”, le espetó Massa. “¡Andá! –aprovechó otro de los vecinos–, ¿por qué no sacás los narcos de Tigre?” “Porque los autoriza Cristina”, le contestó Massa, ya con las riendas perdidas. “Si les gusta Cristina voten a Cristina.” “¡Yo le dono a la gente, no le robo como Cristina! ¡Ladrones! ¡Chorros! ¡Se robaron los planes!”, les gritó el candidato mientras se alejaba acompañado por su custodia.

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Facundo Tignanelli: “Alrededor de 7000 jóvenes militantes y voluntarios están colaborando”
El secretario de la juventud del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, fue entrevistado por el Servicio Informativo para destacar la labor realizada en los lugares que resultaron inundados.
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Daniel Scioli: “La oposición quiere volver a la flexibilidad laboral”
El candidato presidencial por el Frente para la Victoria (FpV), Daniel Scioli, aseveró hoy que los partidos opositores al gobierno nacional “quieren volver a la flexibilidad laboral con una gran apertura del mercado” como la que estuvo vigente en la década del noventa en el país y causó un alto desempleo.
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EUROPA - CRISIS MIGRATORIA Y DE REFUGIADOS
Más de mil refugiados sirios que esperan poder salir de la isla de Kos, en el mar Egeo, fueron alojados en un buque alquilado por el Gobierno de Grecia para ayudar a las autoridades locales, desbordadas por la creciente llegada de indocumentados.
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El agua ya no penetra Por Jorge Rulli

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Empresarios, funcionarios y pobladores de las zonas inundadas postergaron el debate sobre las consecuencias del modelo agroexportador actual. Los sojales desplazaron chacras y tambos que con molinos y bombas extraían grandes cantidades de agua. Las enormes maquinarias compactan el suelo y los pesticidas matan la microvida: no quedaron ni los túneles de las lombrices. Así, el agua ya no penetra, circula hasta acumularse y las inundaciones castigan a los pueblos mucho más que a los lotes agrícolas. Jorge Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural, traza un mapa del modelo de producción y propone modificar los modos en los que se utiliza el suelo.La siembra directa fue concebida como una agricultura natural, ecológica, con abundantes rotaciones y con sumo respeto por la vida del suelo. Se implementaba con máquinas simples y livianas. Hasta que el mercado pidió más productividad y una escala mayor: la maquinaria mutó en enormes sembradoras, enormes tractores, enormes mosquitos pulverizadores, cuyas toneladas de peso, dejan necesariamente el terreno compactado. Al no labrar el suelo, el agua de lluvia tiene más dificultades para penetrar. La demanda en aumento de porotos de soja y su precio sostenido durante una década dejó de lado las rotaciones con otros cultivos, que posibilitaban, luego de la cosecha, abandonar sobre los suelos materia orgánica o barbecho para reponerlos. Hay más: se pulveriza glifosato y otros agroquímicos de modo masivo para eliminar malezas perennes y así, año tras año, se fue afectando sensiblemente la microvida del suelo, que facilita la reposición de los nutrientes, así como el laboreo que realizan las lombrices, hoy ya en muchos campos inexistentes. En conclusión, el terreno está desnudo, el agua corre y no penetra en el subsuelo.

El proceso de globalización le impuso a la Argentina en los años ‘90 un modelo de país productor de transgénicos y exportador de forrajes. Las consecuencias de la implantación de ese modelo extractivo y de producción masiva de comodities a lo largo de los años, fueron inmensos territorios vaciados de sus poblaciones rurales, cientos de pueblos en estado de extinción, cuatrocientos mil pequeños productores arruinados, entre ellos el cierre definitivo de millares de tambos, y muchísimos chacareros endeudados debido a la incorporación de nuevos paquetes tecnológicos con dependencia a insumos, semillas genéticamente modificadas, herbicidas de Monsanto y maquinarias de siembra directa.

El mercado impuso sus reglas: la principal fue la necesidad creciente de disminuir costos para competir. Los fondos de inversión que expropiaron los aportes jubilatorios de los argentinos y los fondos fiduciarios generados por algunas empresas para supuestamente democratizar la agricultura, aportaron los recursos financieros para la implementación de los nuevos monocultivos de soja Roundup Ready (RR, que resiste al herbicida glisfosato) en una escala gigantesca. La vieja oligarquía pastoril desapareció en medio de la mayor transferencia histórica de tierras desde la campaña al desierto, para dar lugar en su mismo nicho histórico a una nueva clase empresarial y plutocrática, no ya patricia como la Sociedad Rural Argentina, sino de recientes orígenes inmigratorios. La concentración de campos y la expulsión de poblaciones sintetizaron el modelo neocolonial impuesto por el proceso globalizador.

Los emigrados del campo conformaron nuevos e inmensos cinturones de pobreza urbana, y descubrieron en la ciudad el festival de las importaciones y el consumo, en simultáneo con el creciente desempleo producido por el cierre masivo de las empresas industriales. Un vasto plan de asistencialismo y de empleos de inferior calidad, subsidiados por el Banco Mundial y cargados a la creciente deuda externa, la distribución de raciones alimentarias y un tejido férreo de control en las barriadas, contuvieron por años la creciente pobreza. Lo paradójico de esta situación de insurgencia que vivía la Argentina a principios del milenio fue que muchas de las luchas sociales localizadas, tales como los asentamientos y luchas por el derecho a la vivienda, en la medida que confrontaban con situaciones abusivas de injusticia y no se proponían otro modelo de país ni regresar a los lugares de origen, devinieron funcionales al sistema de agricultura a escala y control del territorio por los grandes pooles, vinculados a los exportadores y mediante ellos, a los mercados globales.

El predominio de visiones urbanas sin arraigos culturales y a la vez, reverenciales de tecnologías y de modelos que rinden culto del progreso, colaboraron de manera eficaz, en mantener invisible el rol que nos fuera asignado de país exportador de comodities, con una agricultura sin agricultores, subsidiada por corporaciones como Monsanto para la producción masiva de transgénicos. Esas visiones urbanas impidieron prever las consecuencias necesarias e inevitables del festival de cultivos transgénicos que podría estar llegando actualmente a los treinta millones de hectáreas. 

El modelo del agro negocio sojero desplazó miles de chacras y, en particular, desplazó tambos. Cada tambo contaba con varios molinos y/o bombas para riego o bebederos, que diariamente extraían grandes cantidades de agua, abatiendo las capas de agua a sus niveles tradicionales de 30 a 60 metros de profundidad. Esos espacios tamberos fueron reemplazados por siembra directa.

Reconozcamos que no faltaron avisos que anunciaban la situación que hoy nos preocupa. En el congreso de los Consorcios Rurales de Experimentación Agricola (CREA) de 2014, en una exposición denominada “Del mito de la sustentabilidad a la realidad del compromiso ambiental”, se dijo lo siguiente: “Una visión estática de la naturaleza generó el ‘principio precautorio’ que reclama conocer las consecuencias de nuevas intervenciones agrícolas antes de implementarlas. Ante ese desafío se generaron en el sector productivo metodologías de ‘buenas prácticas’ orientadas a una supuesta sustentabilidad. Pero es difícil definir cómo deberían ser esas prácticas a priori. Cambia el ambiente y lo que sabemos de él; cambian las tecnologías y las opciones, y la mejor práctica hoy puede ser mala mañana”. Esta presentación estuvo a cargo de Esteban G. Jobbágy, investigador del Grupo de Estudios Ambientales del Instituto de Matemática Aplicada de San Luis (Conicet-UNSL), durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se estaba desarrollando en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea. “Los efectos del desmonte sobre la materia orgánica del suelo y el stock de carbono, sobre las napas freáticas o las poblaciones de grandes mamíferos nativos, requieren observaciones y observadores distintos y deben en todos los casos y etapas sumar aportes del sistema de ciencia y tecnología”, añadió. Jobbágy dijo en ese momento algo por lo demás evidente y de sentido común: que era improbable anticipar todas las consecuencias hidrológicas que el reemplazo de pasturas y montes por agricultura tendría en nuestras llanuras.

“Hemos generado excesos hídricos sostenidos y lo que en un principio se atribuyó exclusivamente a las fluctuaciones climáticas, hoy aparece también vinculado a los cambios en el uso del territorio: ascensos freáticos de diez metros en Marcos Juárez (Córdoba) desde los años ’70, con lotes que se inundan por primera vez en la historia; napas que salvan la producción en años secos pero que ponen en jaque siembras y cosechas en años más húmedos; sales que aparecen en la superficie cuando menos lo esperamos”, comentó.

“Hay que aprender sobre la marcha. Para eso es necesario integrar a expertos y observadores locales, plantear problemas actuales e hipotéticos y avanzar gradualmente con el cambio reservando zonas de control, además de medir las variables consideradas más sensibles, hacer transparente la información y su interpretación, debatir y negociar” Jobbágy señaló también que “la agricultura, como todas las actividades humanas de gran escala, es insustentable. La historia desde la revolución industrial hasta hoy ha mostrado repetidamente que lo único sustentable es el progreso. Aparecen nuevos problemas, generamos nuevas soluciones. Y esas soluciones traen nuevos problemas”, comentó.

Consideremos que no estamos leyendo a un contestatario o a un ecologista, sino a un profesional que se preocupa por mejorar la capacidad del proceso productivo por mantener sus estándares. La idea de que cada solución tecnológica entraña nuevos problemas y la necesidad, a su vez, de generar nuevas soluciones tecnológicas, es un criterio típicamente empresarial, que no tiene en cuenta los ecosistemas naturales y que sólo privilegia la ganancias mediante la continuidad del consumo y la producción de nuevos artilugios y de nuevos tóxicos.

El uso de agrotóxicos en los sojales condujo, por ejemplo, a la insólita situación de que los conocidos bichos bolitas se convirtieran en plaga. Estos insectos se alimentaban de materia muerta que fue desaparciendo por la ausencia de suficientes procesos de humificación; y entonces comenzaron a comer cultivos. Así, se crearon cócteles de venenos específicos para eliminarlos.

En ese mismo congreso, Jobbágy indicó acertadamente que la contaminación por sobre-fertilización, que encabeza la lista de preocupaciones en otras grandes regiones productoras, no es prioritaria en la Argentina. Pero sí lo es la pérdida de hábitats naturales y de recursos hídricos. “Desde lo global un concepto que se ha popularizado para expresar la preocupación por la agricultura y la disponibilidad de agua es la huella hídrica ¿Cuánta agua de lluvia o de riego hemos utilizado para obtener una unidad de producto? Pero el agua no tiene el mismo valor en todas partes ¿Vale lo mismo el agua que permitió producir un litro de leche usando alfalfa regada en Mendoza o maíz picado y pasturas de secano en la cuenca del Salado? La importación ciega de indicadores envasados como la huella hídrica representa un obstáculo en el abordaje del problema producción-ambiente”, dijo.

“De hecho, en una enorme parte de nuestras llanuras el uso conservador del agua que hace la agricultura nos causa problemas más serios: niveles freáticos más elevados, menor capacidad de albergar excesos de lluvia y, por lo tanto, anegamientos e inundaciones más frecuentes en la región pampeana o ascenso de sales en la región chaqueña son algunos de estos problemas. No necesitamos ahorrar agua de lluvia en estas llanuras: necesitamos usar las lluvias tan exhaustivamente como la hacían las pasturas o los bosques que reemplazamos con cultivos anuales. Y aquí empiezan a surgir varias tensiones: las inundaciones castigan a los pueblos mucho más que a los lotes agrícolas. Los tambos son el sistema productivo que generan menores excesos, pero uno de los que más caro paga la inundación. Lleva tiempo y esfuerzo entender estos problemas hidrológicos que no conocen fronteras entre disciplinas”, explicó.
obbágy señalo también que,en lo que respecta a la protección de ecosistemas naturales (aspecto regulado por la “Ley de Bosques” Nº 26.331) es necesario buscar acuerdos en un marco que permita distinguir las situaciones de ganar-ganar, perder-perder o ganar-perder en cuanto a ambiente y producción. “La quema de más del 95% de la biomasa desmontada en cordones es un claro ejemplo de perder-perder: deterioramos el suelo y desperdiciamos un recurso valioso. Salir de esa práctica requiere pocas innovaciones y acuerdos”, argumentó el investigador. “Encontramos un claro ganar-ganar en la intensificación verde: aumento del doble cultivo, uso de cultivos de cobertura, ciclos más largos, aplicados en épocas de excesos o napas elevadas en las llanuras. Bajamos el riesgo de anegamiento y aumentamos la producción”, añadió. “Los sistemas que alternan cultivos tardíos de soja y maíz han mostrado enormes virtudes productivas y han permitido afianzar empresas agrícolas sobre ambientes que antes se consideraban hídricamente marginales. Una de las claves de la secuencia es que usa conservadoramente el agua evitando estrés y riesgo productivo. Pero, como contraparte, aumenta el incentivo de desmonte en una gran fracción de los bosques del Chaco y el Espinal que antes tenían poco atractivo agrícola. Y además esa secuencia genera mayor drenaje profundo y ascenso freático, incrementando el riesgo de salinización en las tierras que anteriormente fueron ocupadas por bosque”, explicó refiriendo a la llamada extensión de la frontera agrícola, que tantas devastaciones de bosque nativo y conflictos con los pequeños pastores y campesinos ha provocado a lo largo de los últimos años.

“El compromiso ambiental del sector agropecuario está listo para ir más allá de la sustentabilidad y enfrentar el desafío del cambio. Podemos esperar a que lleguen las demandas ambientales y afrontarlas una por una con acciones puntuales y efectos de imagen. O podemos liderar el debate territorial de la próxima década ofreciendo lo que mejor sabemos hacer, que es gestionar creativamente las fuerzas de la naturaleza”, concluyó con cierto optimismo.

Evidentemente los acontecimientos provocados por las desmedidas ganancias de estos años y la imprevisibilidad de sus consecuencias inevitables, han superado por lejos a esta dirigencia empresarial tanto como a los funcionarios del sector. Podríamos hacer extensivo este juicio a buena parte de la población refugiada en las ciudades que ahora, también, sufren las inundaciones. Que se discuta si los responsables están o no están presentes en los lugares de la catástrofe nos parece absolutamente pueril, tanto como discutir sobre subvenciones a los damnificados. Se trata, en cambio, de modificar de modo radical y de una vez por todas los procesos irracionales y de abuso del suelo que condujeron a esta catástrofe; se trata de comprender los procesos de preservación y de recuperación de los ecosistemas agrícolas; y se trata asimismo, de leer detenidamente la Encíclica Laudato Sí, para extraer sus enseñanzas a la vez que aprovechar el enorme caudal de energía que nos proporciona, si deseamos afrontar el desafío de que estas situaciones no vuelvan a repetirse y que en vez de aportar a los “cambios climáticos” seamos capaces de aportar a la preservación de la vida en el planeta tal como nos lo pide el Papa Francisco.

En medio de la catástrofe provocada por las lluvias y por una agricultura guiada por los mercados estamos convencidos que pueden nacer esperanzas nuevas y nuevos debates que tienen relación con la recuperación de una conciencia ambiental, tanto como con los modos de asumir la participación ciudadana. Nuestra emergencia desesperada a más de veinte años de aprobadas las primeras sojas transgénicas sigue siendo una frontera de la globalización y también de las tensiones con la mayor multinacional de las semillas, cuyas últimas amenazas fueron las de cobrar por su propia cuenta regalías en los puertos sobre su soja intacta, en asistencia con las empresa exportadoras. Recordemos que la Argentina aportó en la posguerra a solucionar el hambre del mundo y de Europa particularmente, gracias a sus producciones sustentables y ahora, por el contrario, luego de muchos años de cosechas récord de transgénicos, queda expuesta nuestra pobre calidad de vida, millones de hectáreas inundadas o al borde de la desertización y una economía de exportación cada vez más frágil y basada en los caprichos de los mercados internacionales.

Revista Anfibia
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El pozo magnético Por Carlos Barragán

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Las grandes ideas de los intelectuales no siempre son bien recibidas. Ahí está la fórmula que descubrió Beatriz Sarlo que según ella resolvería el problema de la oposición. Calculó mentalmente: si se baja Massa y se baja Vidal, no les gana nadie. No les ganarían a los otros, porque Vidal y Massa perderían sin participar. Yo de matemáticas sé muy poco, así que no me meto. No sabría cómo sumar votos que no existen, ni voluntades que desconocen hasta los propios electores. Pero Laura Alonso y Eduardo Amadeo se enojaron mucho con Beatriz y le tiraron con algún tuit por la cabeza.

Ese estilo tan del PRO de hacer política tocando la pantallita del celular. El otro estilo PRO de hacer política es esperar a que se inunde un barrio, ponerse un par de botas de goma y meterse en el agua aunque a tres metros esté la gente caminando por una vereda seca y todo eso se vea en una misma foto. Uno diría: la intención es malsana, pero el fotógrafo es bobo. Y qué poco le duró el falso kirchnerismo a Macri, pobre. Con el esfuerzo que habrá hecho para leer en el teleprompter todas esas promesas de mentira. Pero cuando tuvo a sus auspiciantes en frente (en un almuerzo donde los grandes empresarios comen sólo comida) se olvidó del nuevo personaje y volvió a ser el que era.

El Macri que quiere gobernar para que gobiernen otros. Quizá sea de vago que es. Quizá sea de garca. Quizá sea porque Duran Barba le dijo. La oposición no sólo se saca fotos en el agua, manda tuits, y le promete al mercado entregarle el país. También tiene diálogos enfermizos como este de Lanata con Carrió. Que le juro que es verdad y se lo voy a transcribir. Ocurrió en radio Mitre. De nuevo: juro que fue así. Transcribo posta. Dice Lanata: “El otro día te escuchaba diciendo algo que me parece que te equivocaste. Muchísimas cosas que vos decís terminan sucediendo, la mayoría de las cosas que vos decís terminan sucediendo. (Como cuando La Cámpora recibió a los tractores del campo a los balazos en la Gral. Paz, que fue una predicción de ella.

Ojo, que también la pegó con el autogolpe que se dio Néstor en 2009). Sigue Lanata: “Pero cuando vos decís que van a matar a Scioli me parece que te equivocás porque eso termina desacreditando lo otro, me entendés.” (Claro, si pifia una, todas las demás pegadas que tuvo caerían en un olvido injusto. Que se juegue toda su credibilidad a un magnicidio es un riesgo para su prestigio). Carrió dice: “Puede ser, pero viste que la verdad es inoportuna.” (Aunque a veces habría que darle alguna oportunidad a la verdad). Lanata dice: “Me pasa igual que cuando te escucho decir: si gana Aníbal me van a matar.

También podría matarte hoy Aníbal, es jefe de Gabinete.” (Obvio, y la verdad que esa costumbre de matar que tienen los jefes de gabinete habría que cambiarla por otra. Podrían mascar tabaco, por ejemplo). Carrió dice: “Lo que pasa es que todavía a octubre no te pueden tocar porque pueden perder las elecciones.” (Tiene razón. Porque si bien las elecciones anteriores se ganaron matando gente, no hay que abusar del método porque se van a avivar). Sigue Carrió: “Ahora, esto te lo dice todo el mundo de Inteligencia, ¿eh? A vos también te va a pasar, así que no te preocupes.”

Y es raro porque si Carrió me dijera que me van a matar, sería la mejor garantía de salud. Pero si al mismo tiempo me dice que no me preocupe, me preocuparía. No sé qué pensará Lanata de todo esto. Seguramente piense que está haciendo periodismo. Y me acuerdo cuando los periodistas serios despotricaban contra José De Zer por perseguir duendes en casas abandonadas y chupacabras por el campo. Marcianos en el Uritorco y pozos magnéticos en el Conurbano. Aquellas hermosas notas periodísticas en Nuevediario que “el fundador de Página 12” seguramente clasificaría como bizarras. ¡Seguime, Chango! Parece decirle Carrió al periodista de Magnetto. ¡Seguime, boludo! que tenemos que seguir inflando la bronca desesperada de nuestro público. Pero si José De Zer fue el periodista del misterio, de lo incomprensible, de las zonas oscuras del mundo y de los sueños.

Si fue el único que se animó a hacer crónicas periodísticas con las fantasías que habitan en el pueblo, Lanata eligió ser el cronista del odio. Del odio en su versión más estúpida y enfermiza. No nos habla de hechos ni de política. Nos cuenta cómo, cuánto, qué y a quién odiar. Y quizá no haya que escandalizarse. Es un laburo que se paga. En algún momento hubo verdugos que cobraban por cada trabajo. Y como decía mi amigo el Toti: “el verdugo no pregunta: '¿esta cabeza de quién es?'” Y la verdad que Lanata no tiene guillotina ni cimitarra. Apenas un público que pone sus ojos y oídos para que él se los llene de un odio que parece venir del más allá. De un pozo magnético.

iNFO|news

LA MOVILIZACION CONTRA EL GOBIERNO DE DILMA FUE MENOR QUE LAS DE MARZO Y ABRIL, RECONOCIERON LOS ORGANIZADORES Una protesta fuerte, pero más chica

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Decenas de miles ciudadanos se movilizaron en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y Belo Horizonte contra el gobierno del PT.

Hace dos semanas el pronóstico elaborado por la oposición era que millones de ciudadanos inundarían las calles para expulsar a Rousseff del Planalto. Las concentraciones de ayer no superaban las 600 mil personas.

Por Darío Pignotti

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

“Esta vez se movilizó menos que en marzo y abril, la gente se está cansando un poco, esperamos que vengan más a la marcha de septiembre.” El balance es del abogado Aldo Julio Ferreira, coordinador jurídico del Movimiento Brasil, entidad organizadora del acto por el impeachment contra Dilma realizado ayer en Brasilia, a 300 metros del Palacio del Planalto, presidencia, donde seguramente recibieron con alivio los números de la protesta a nivel nacional, que estuvieron abajo de lo esperado por el opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), cuyo jefe Aécio Neves participó por primera vez, y las agrupaciones neocons, buena parte de ellas conducidas por jóvenes de clase media.

Eran las 13.10 frente al Congreso Nacional cuando comenzó a ser desinflado el muñeco de goma de 10 metros de altura con la imagen de Lula vestido como presidiario. “Nos costó 12.000 reales (48.000 pesos) que juntamos haciendo una vaquita con muchos amigos contrarios a esta banda podrida del PT, la más corrupta de la historia. Lula es el jefe de la gavilla y tiene que ir preso, tienen que ir presos todos los petistas. ¿Sabe qué está faltando? gente nueva de centroderecha”, declaró Ferreira a Página/12 enrojeciéndose de una rabia compartida por dos señoras que lo ayudaron a plegar los brazos de látex.

“¿A quién votaría después de que se vaya Dilma? Al juez Sergio Moro tal vez, es una personas honrada, un luchador que va para adelante contra los corruptos.” Bruno Torres Souza, de 30 años, empleado del Poder Judicial se sumó a la charla para denunciar “ante la prensa internacional que Dilma y el PT están infiltrando el país con mercenarios extranjeros. Con los Más Médicos (programa de salud en zonas pobres) ellos metieron militares cubanos escondidos entre los doctores para que cuando la gente la eche a Dilma, haya milicias armadas dirigidas por los cubanos y la CUT (Central Unica de Trabajadores)”.

Desde el cantero ubicado en el medio del Eje Monumental, la superavenida brasiliense de 250 metros de ancho, se observaban grupos de personas separadas por 5 a 10 metros de distancia, lo que permitía divisar perfectamente los dos predios laterales, el de la Cancillería y el Ministerio de Justicia. Esto no ocurría en la concentración multitudinaria de marzo ni en la menos numerosa de abril cuando hubo unas 30.000 personas. La impresión del cronista carece de rigor, pero coincide con la opinión del abogado Ferreira sobre la merma en el número de indignados.

También los primeros reportes generados en San Pablo, el mayor bastión antipetista, indicaban que cayó la concurrencia. Según la encuestadora Datafolha 135.000 personas pasaron por la Avenida paulista entre las 13 y las 17.30 horas, mientras la Policía Militarizada (siempre generosa con los enemigos del gobierno) calculó 360 mil en la principal arteria de San Pablo.

Si se toman en cuenta los números de Datafolha la reunión de este domingo estuvo lejos de la de marzo que juntó 210 mil personas en San Pablo (la policía dijo que fue un millón) pero superó la de abril cuando hubo 100 mil en la ciudad brasileña más poblada. En todo caso las concentraciones ocurridas ayer en los 26 estados de la Unión parecen haber estado lejos del millón de personas, tal vez no superaron las 600 mil.

Datos que contradicen el pronóstico elaborado hace dos semanas por la oposición de que millones de ciudadanos inundarían las calles para expulsar a Rousseff del Planalto, a donde debe permanecer hasta el 31 de diciembre de 2018, luego de ser reelecta en octubre de 2014 según establece la Constitución.

El senador Humberto Costa, titular del bloque del PT, afirmó que “el hecho de que las manifestaciones fueron menos numerosas no significa que bajó el descontento con el gobierno. Muchos problemas están comenzando a ser revertidos pero el gobierno necesita dar mejores soluciones en lo económico”.

O sea: que la presencia callejera haya encogido no es sinónimo de que fueron superados la reprobación del gobierno, que es del 71 por ciento, ni el bajo respaldo de Dilma, del 8 por ciento según mediciones de este mes. Con el gobierno recuperando margen de maniobra y tiempo, ya que el impeachment salió de la agenda inmediata, el balón quedó ahora en campo adversario (mejor decir enemigo). Esto porque el relativo fracaso de la estrategia destituyente devino en costo político para los dirigentes más apresurados como Aécio Neves (ayer discurseó en Belo Horizonte), ex candidato presidencial derrotado el año pasado por Dilma.

El fiasco político de ayer dejó a Neves en desventaja frente a otros miembros del PSDB como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y Geraldo Alckmin, gobernador de San Pablo. Estos se oponen a la consigna “Impeachmen Ya”, reivindicada ayer por los manifestantes, pues la consideran una apuesta temeraria, y prefieren, de momento, que Rousseff concluya su mandato.

Decenas de miles ciudadanos se movilizaron en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y Belo Horizonte con remeras mostrando el rostro de Sergio Moro, el juez a cargo del proceso de corrupción en perjuicio de la empresa estatal Petrobras. El joven magistrado se perfila como un vengador de los políticos con ambiciones que podrían transformarlo en un futuro Silvio Berlusconi según el diputado petista Wadih Damous.

Acuartelados

Terminó la manifestación, eran cerca de las 14 horas en el centro de Brasilia, con 27 grados de temperatura y 30 por ciento de humedad. En esta capital semiárida ubicada al norte de Río y San Pablo, no hay cuatro estaciones sino dos: la húmeda y la seca, que es la actual. Un camión se llevó al muñeco de Lula y una jaula donde estaban encerrados el ex presidente y Dilma. Sólo quedaban en pie, frente al Congreso, cinco grandes carteles sobre estructuras metálicas pidiendo el retorno de los militares al lado del Campamento Patriota, de siete carpas ocupadas por defensores de las fuerzas armadas.

Como ya no había manifestantes se oía con más nitidez el militar “Himno a los Expedicionarios” propalado desde una de las tiendas de campaña.

En ese momento salió a nuestro encuentro José Antonio Romeiro.

Luego de invitarnos a tomar asiento contó que llevaba 147 días “atrincherado” como forma de presión para que renuncie la presidenta.

“Acá somos 22 personas que estamos permanentemente, recibimos mucho apoyo de la gente, tenemos reuniones, hablamos con militares pero no me pida el nombre de ellos, no los puedo comprometer.”

En el lugar se percibía un clima a medio camino de un camping (había una parrilla, heladeras con cerveza, reposeras donde una chica conversaba con visitantes) y un cuartel (las personas se saludaban con tono marcial y parecía imperar cierta jerarquía entre mandos superiores y la tropa).

Cuando se le preguntó “¿Usted reivindica a la dictadura?”, Romeiro miró como si hubiera escuchado algo absurdo. “¿De qué dictadura me habla?”. Tomó envión y siguió. “Acá lo que hubo entre 1964 y 1985 fue un gobierno militar, donde había alternancia en el poder porque cada cuatro años cambiaba el general en la presidencia, y había elecciones indirectas para el Congreso.”

“¿Ahora hay alternancia en el poder?”, indagué.

“Ahora no hay alternancia, porque siempre estamos gobernados por la izquierda, o por el PT, después del PSDB (de Cardoso y Neves). Estamos necesitando un gobierno militar por 6 meses que ponga las cosas en orden y después llame a elecciones. Antes de las elecciones tienen que ir todos estos presos”, propuso el aparente jefe de los acantonados a 100 metros del Congreso.

17/08/15 Página|12

Un domingo de alivio y preocupación Por Eric Nepomuceno Desde Río de Janeiro

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Desde hace al menos tres días los ojos de los políticos brasileños –tanto del gobierno como de la oposición– estaban concentrados en las calles. O, más exactamente, en lo que ocurriría ayer en las calles de unas 400 ciudades del país. Movimientos que oscilan de la derecha a la extremaderecha, sin liderazgos fácilmente reconocibles, sin que se sepa cuáles son sus fuentes de recursos, y con gran movilidad a través de las redes sociales, convocaron manifestaciones “por todo el país” para exigir la inmediata destitución de Dilma Rousseff, reelecta el pasado octubre y que apenas cumplió siete meses y medio de su segundo mandato presidencial.

Para el gobierno, la gran preocupación era que se diese una repetición de las marchas similares realizadas en marzo, cuando alrededor de un millón 500 mil personas copó calles en más de un centenar de ciudades. En aquella ocasión, había de todo: pedidos de destitución de Dilma, protestas contra la corrupción y hasta los que pedían la vuelta de los militares. En abril las marchas se repitieron, pero su poder de convocatoria fue menor: los manifestantes no superaron los 750 mil, en unas 200 ciudades. Claro que son cantidades impactantes, aun si se considera la población brasileña (200 millones de personas) y el número de municipios existentes (más de 5 mil).

La disminución del volumen de gente reunida en las calles se debió principalmente a la divergencia entre las consignas (hubo fuerte resistencia, por ejemplo, a los pedidos de vuelta de los militares) y también a la ausencia de líderes opositores en las convocatorias. Anoche, el gobierno pudo respirar un poco más aliviado: hubo mucha menos gente que lo anunciado por los organizadores. Un poco más que en abril, pero mucho menos que en marzo.

Agosto, como estaba previsto, fue –al menos hasta la semana pasada– un mes muy duro para Dilma. Pero como en un pase de algún misterioso prestidigitador, súbitamente surgieron brechas de alivio. El renitente presidente del Senado y del Congreso, Renan Calheiros, que venía ejerciendo un juego duro frente al gobierno, accedió a firmar un pacto de paz. Hay muchas y muy justificadas dudas sobre hasta cuándo esa paz logrará sobrevivir, pero ha sido un alivio. Además, Lula da Silva parece haber decidido dejar claro que no está dispuesto a ver el gobierno de la sucesora inventada por él naufragar estrepitosamente, barriendo el PT del mapa político brasileño.

El partido sigue en situación muy grave, pero todavía no está moribundo del todo. Al menos Lula cree que es ésa la situación. Sabe que la recuperación es extremadamente difícil, sabe que es casi imposible recuperar el aura de antes, pero algo se salvará. Y cuanto más sustantivo sea, mejor. Dilma, a su vez, vio nuevos bolsones de alivio en tres instancias judiciales: la Corte Suprema, el Tribunal Superior Electoral y en el Tribunal de Cuentas de la Unión. Nada está solucionado, nada está decidido, pero hay indicios concretos de que el peligro mayor fue neutralizado. Y, una vez más, cabe la pregunta: ¿hasta cuándo?

Al anochecer de un domingo de sol y temperaturas agradables en casi todo Brasil, un balance inicial y sumario de los protestas indicaba que menos de un millón de personas salió a las calles. Los organizadores, como de costumbre, inflaron inmensamente ese número, calculando en “por lo menos dos millones”. Ni ellos mismos creen en esa cuenta irreal.

Sin ninguna sorpresa, las mayores concentraciones se dieron en el eje San Pablo (la ciudad más anti-PT del país, núcleo de los movimientos que defienden la destitución de Dilma y de la derecha más furiosa), Brasilia (la ciudad con la mayor renta per cápita de Brasil) y Río de Janeiro. Preocupa al PT la adhesión significativa de manifestantes en capitales del noreste, región que concentra el grueso del electorado del partido.

Al no repetirse el número de manifestantes de marzo, el gobierno obtuvo un nuevo espacio de alivio, que seguramente ayudará a consolidar la nueva alianza con el presidente del Senado. Al menos, ésa es la intención de Lula da Silva y del vicepresidente de la República y articulador político del gobierno, Michel Temer.

Hay una “Agenda Brasil” presentada por Calheiros, integrada por una serie de propuestas polémicas. Dilma Rousseff ya dijo que tiene resistencia a algunos puntos. El problema número uno es que su gobierno tiene muy escasas condiciones de oponerse a lo que sea. El problema número dos es que Calheiros, jugador de larga experiencia, seguramente incluyó propuestas que sabe que difícilmente serían aceptables por el gobierno justamente para poder negociar. Resta saber ahora su precio.

Con relación a la oposición, ha sido un domingo desinflado. El PSDB, principal partido opositor, sigue dividido entre los que defienden la deposición inmediata de Dilma y los que defienden que la mejor estrategia es dejarla desangrar hasta el último día de su mandato. Esa división interna impide que se avance en cualquier dirección. Y mientras tanto, algunas de las voces más poderosas del sector empresarial y de la banca piden, con determinación, que se termine de una vez con ese clima de confrontación peligrosa y que se dediquen todos a buscar soluciones para los problemas existentes, que no son pocos.

Por fin, queda por ver qué hará la derecha más descabellada, ampliamente instalada en radios, emisoras de televisión, diarios, revistas semanales y en blogs vinculados a los principales medios.

Ayer, la primera reacción fue clara: no importa que fue mucho menos gente de la esperada. Lo que importa es seguir presionando: Fuera Dilma, Fuera Lula, Fuera PT.

Luego se verá quién llega, si es que queda algo del país.

17/08/15 Página|12

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Ella te anunció la rebaja de las jubilaciones junto a Domingo Cavallo. El te anuncia dos veces por año la suba de las jubilaciones junto a CFK. No sé, pensalo.

Article 23

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AH PENSE QUE ERA EN ARGENTINA....

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El asesinato hace dos semanas del fotógrafo Rubén Espinosa sacó a la luz el peligro de informar en México.
Destacados escritores y artistas de todo el mundo enviaron una carta al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, para pedirle que se tomen las medidas necesarias para garantizar el ejercicio de la libertad de expresión.
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Eduardo Epszteyn: “Además de lo que le cobraron a los infractores, las empresas de acarreo percibieron 200 millones de pesos por subsidios”
El Auditor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires señaló que las empresas de acarreo reciben sumas millonarias por parte del gobierno de Mauricio Macri y operan de manera irregular, con una concesión vencida desde el 2001.
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