Entrevista con el sociólogo especializado en religión, Fortunato Mallimaci. Analiza el primer año de Francisco, el papa argentino. Bergoglio, catolicismo y política nacional.
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: ¿Una primera reflexión sobre el primer año del Papa Francisco?
Fortunato Mallimaci: Para analizarlo en profundidad hay que tener en cuenta diferentes vetas que hacen a la figura de Francisco. Sea como Papa, como la persona, sea analizando un año en el Vaticano, sea analizando un año en la Iglesia Católica. Si bien forman parte de una misma institucionalidad, de una misma cultura, tienen racionalidades distintas.
Un año en la Iglesia Católica no es nada. Aquellos que hablan de que es revolucionario, que cambió esto y aquello, no es así, porque ninguna institución del peso, de la importancia y de la presencia que tiene la Iglesia Católica, puede cambiar en un año.
APU: En relación al Vaticano, ¿sí ve cambios?
FM: Con respecto al estado del Vaticano, ahí hay un intento de tratar de mostrarlo cumpliendo con las leyes financieras y administrativas de la comunidad europea. Eso se está haciendo. Después está su perfil como persona: los argentinos conocemos al hombre, a Bergoglio, sobre su relación con la política argentina. Menciono estas diferentes dimensiones, porque escucho, leo, que Francisco es esto, es aquello, pero me parece que habría que ser un poco más profundo y tener en cuenta las distintas racionalidades para ver cómo lo analizamos y ver dónde se coloca.
APU: Me interesaba pensar la relación de Francisco con América Latina y con la política doméstica. Cuando asumió muchos analistas se apresuraron en hacer una lectura que lo ponía en un lugar de oposición a los movimientos populistas latinoamericanos (se lo comparó con Juan Pablo II y su enfrentamiento al comunismo).
FM: Lo hablamos con ustedes cuando ocurrió su designación. Les decía que esa era una mirada absolutamente errónea. Eso es no conocer las culturas católicas presentes, las de largo plazo, en las cuales, el anticomunismo y el antiliberalismo son constitutivas de esa cultura católica dominante. En el caso de América Latina, la Iglesia Católica tiene una fuerte presencia en lo político, en lo cultural.
Además, tiene una larga historia de presentarse como representante de la latinoamericaneidad frente a lo que considera un opositor como son los EE.UU., su cultura protestante o a veces judía. Por eso esta mezcla que hay en América Latina de ciertos nacionalismos latinoamericanos, muy imbuidos en esas culturas católicas, un fuerte antiliberalismo que a veces pasa a ser anticapitalismo, a veces pasa a ser antiyanqui y otras veces puede ser antisemita.
En ese sentido, un Papa latinoamericano tendría que acompañar los procesos de democratización. En eso no tiene nada que ver con Juan Pablo II, donde había una aversión manifiesta en Polonia, con la Unión Soviética, con la opresión que todos los católicos sentían en todos los países del bloque socialista, lo que no tiene absolutamente nada que ver con el contexto actual. Quedó demostrado con la visita de Evo, de Chávez, de Cristina, de Dilma, ahora de Bachelet, de personas que no necesariamente se dicen católicos. Eso demuestra que hay más afinidades que aversiones. Después están las circunstancias concretas en cada lugar, como quedó demostrado para Argentina.
APU: En el caso de EE.UU., le sorprendió la recepción, pienso en las tapas de las revistas Time o Rolling Stone. ¿Cómo evalúa esa lectura que se hace?
FM: La revista Time, como Rolling Stone, como New Yorker, muestran a una figura a nivel internacional, que proviene de América Latina, de un catolicismo plebeyo como es el de América Latina. Los obispos de América Latina son más pastores, más cercanos, (cercanos a los militares algunos, cercanos a los movimientos populares otros). Eso hace que en un mundo muy derechizado, la figura de Francisco muestra un cristianismo misericordioso, compasivo, cercano a los inmigrantes, al diálogo intercultural, temas que son críticos en relación a los partidos principales de EE.UU. y de Europa, tan volcados a la derecha.
De hecho, la revista Time lo reivindica como un liderazgo internacional distinto. Dice que se ha construido un Papa mediático, este me parece que es un tema recurrente y que será tema de discusión en los próximos años: ¿Cuán mediático puede ser un Papa? ¿Cuánto pueden esperar los católicos de un Papa mediático? Y si ser mediático resuelve los conflictos internos que hay tanto en el Vaticano como en el interior de la Iglesia Católica.
APU: En el caso de Argentina, se señaló en primer lugar la posible distancia con el Gobierno Nacional, lo cual quedó descartado después.
FM: La primera impresión, cuando se designó como Papa a una figura que había tenido alguna participación durante la dictadura militar, que no tenía relación con el movimiento de Derechos Humanos, que se había opuesto a la expansión de derechos, como salud reproductiva, el matrimonio igualitario o el rol de la mujer. Se podía pensar que esa figura, llegada a Roma, llevaría adelante una propuesta conservadora. Lo que faltó en ese análisis fue el tema de la renuncia de Ratzinger, que se produjo en medio de una profunda crisis del Vaticano, de la Iglesia Católica y de la propia figura papal. Esa es la primera preocupación del nuevo Papa, cómo reconstruye esa credibilidad en crisis.
APU: ¿Cuál es el rol de Francisco en la política doméstica? ¿Es real el protagonismo que muchos analistas le otorgan, incluso como responsable en la designación de algunos funcionarios?
FM: Es un protagonista importante, por eso todos los políticos buscan la foto o la reunión con Francisco. Es interesante ver las dificultades que tuvieron tanto la oposición como el oficialismo. La oposición pensó que iba a servirle para enfrentar al Gobierno nacional y desde el oficialismo creyeron que iban a tener un opositor en el Vaticano. Se pierde de vista lo que uno llama “carisma”. No es lo mismo ser Cardenal de Buenos Aires que Papa. Desde ese mandato para el cual fue elegido, él va a tratar de mantener buena relación con todo el mundo.
APU: Ideológicamente, ¿a Francisco lo ve más cercano al Gobierno Nacional y a los movimientos populistas latinoamericanos?
FM: El catolicismo dominante en América Latina tiene una importante veta antiliberal. Pero cuidado, porque antiliberal significa muchas cosas. Es anti-mercado, anti-individualismo, pero también está en contra del matrimonio igualitario, del aborto. Hay una larga tradición católica anti-liberal. En nuestra región, esa concepción tuvo presencia en el nacimiento de los movimientos nacionales y populares.
APU: En ese sentido, ¿cree que Francisco pueda llegar a intervenir más explícitamente en la política nacional, apoyando o vetando candidatos con los que no coincida ideológicamente?
FM: Eso es pensar que el catolicismo se preocupa sólo por ese tema. El catolicismo integral, que es el de Francisco, el de Juan Pablo II o Ratzinger, no piensa sólo en términos económicos. Piensa en términos de conjunto.
APU: En relación a la no-foto con Sergio Massa, sobre la que se especula tanto. ¿Cuál es su explicación?
FM: El Papa piensa desde la institucionalidad católica. Erramos y erraremos si creemos que piensa primero en lo político. No, no. Piensa en primer lugar en cómo consolidar la institucionalidad católica. Desde ahí analiza todo lo demás. Como cualquier institución tiene contradicciones internas. Cuando se trata de Argentina, ahí estamos ante la presencia de Bergoglio, él decide a qué obispos apoya o con qué dirigentes políticos se muestra y con cuáles no. Para otros países deberá aceptar lo que le dice cada Conferencia Episcopal. En el caso argentino, él rechaza por ahora a Massa porque ese dirigente jugó con otro obispo en su momento. Hay que ver qué puede pasar más adelante.
APU: La última: ¿Qué significado tiene ese pedido de “hagan lío”?
FM: Es un pedido para despertar y movilizar a los movimientos católicos. Por eso no hay que perder nunca de vista que él le habla en primer lugar y fundamentalmente a ese mundo católico, que él ve cansado, desmovilizado, condenando cada cosa. Él es antes que nada un pastor, como todos los obispos de América Latina. Eso tiene un primer momento de encantamiento. Veremos cómo sigue.