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La ruleta del verano Por Hernán Dearriba

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Enero disparó las aspiraciones a izquierda y derecha. Desacuerdos e internas de cara a 2015.

La política argentina parece haberse transformado en una ruleta de verano. Todos le ponen un pleno al negro el 15. En algunos casos con mayor prolijidad. En otros de manera desembozada, los principales referentes de la oposición ya desataron sus apetencias electorales. 

A contrapelo de los remanidos discursos de unidad, las fuerzas del progresismo y la centroderecha protagonizaron esta semana las primeras escaramuzas que concluirán dentro de dieciocho meses con la nominación de candidatos.

Sin dudas la interna que quedó explícitamente al descubierto fue la del espacio socialista-radical-progresista. El socialista Hermes Binner y el radical Ernesto Sanz eligieron, en un rapto de originalidad poco frecuente, el puerto de Mar del Plata para un abrazo político en medio del calor veraniego. La foto puede anticipar el esbozo de una fórmula presidencial que aspire a unir al panradicalismo. Hubo convocatoria a la unidad y las frases de rigor. Pero con eso alcanzó para adelantar la interna.

El mismo día, Fernando "Pino" Solanas recibió en su casa de San Isidro al ex vicepresidente Julio Cleto Cobos. Antes adversarios (Pino llegó a equiparar al mendocino con Fernando de la Rúa), esta semana se tomaron una copa en el jardín sanisidrense para marcarle la cancha a la dupla Binner-Sanz.

Los dos encuentros "cumbre" del progresismo (haga el lector el esfuerzo de verano de permitirle a este cronista incluir en esa categoría tanto a Sanz como a Cobos) dispararon las consabidas críticas a los acuerdos de cúpula, tanto como las inmediatas aclaraciones de que el espacio UNEN nada tiene que ver con la Alianza que llevó al país a la peor crisis de su historia moderna. 

El diputado socialista porteño Roy Cortina advirtió que con la oferta electoral del progresismo no alcanza para llegar al poder, por lo que ese espacio debe plantearse "derramar" hacia ambos márgenes del mapa político. Las dos fórmulas que se perfilan hoy (habrá que ver si son capaces de transitar un año y medio con sus evidentes diferencias) tienen esa pretensión de aglutinar a un progresista con un radical de centroderecha.

La interna del panradicalismo tendrá también otros platos fuertes en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad. Elisa Carrió será sin dudas otra protagonista del tironeo con posibilidades de destronar al PRO en la Ciudad o aspirar a la Casa Rosada, algo que parece improbable por la reconocida incapacidad para la construcción política de la chaqueña.

En la vereda de enfrente, el PRO sólo tiene definida una cosa, la candidatura presidencial de Mauricio Macri. ¿O no? El jefe del PRO recorrió la Costa Atlántica este fin de semana en ritmo de campaña. Lo acompañaron las declaraciones de su padre, Franco Macri, quien afirmó en una entrevista con la revista Noticias que Mauricio "tiene la mente de un presidente, pero no el corazón. Es una vocación. Ser presidente de un país es renunciar a su propia vida, y eso es algo que nunca le pediría a un hijo." Después, hizo girar la ruleta y cantó un cero para las apuestas de Mauricio: elogió a La Cámpora como la renovación de la política argentina y postuló a Daniel Scioli como el candidato capaz de garantizar la continuidad del modelo de industrialización.

Acostumbrado a los desplantes paternos, Macri acompañó a su incipiente candidata en la provincia, María Eugenia Vidal, que se cruzó con otro Macri: Jorge. El primo de Mauricio, e intendente de Vicente López volvió a plantear la necesidad de cerrar un acuerdo con Sergio Massa. No aclaró si el entendimiento debería incluir alguna definición para la conformación de una fórmula presidencial común. Hoy eso parece difícil.

En la Ciudad los alfiles del alcalde porteño también se sacaron fichas. Cristian Ritondo, el más peronista de los amarillos, anunció su intención de suceder a su jefe. Horacio Rodríguez Larreta que creyó tener el camino despejado tras la mudanza de Vidal a la provincia no tardó en reaccionar y lo cruzó con ganas. 

En el peronismo, cansado de jugar de visitante, Luis Barrionuevo decidió abrir su propio casino en la Feliz en el Hotel Sasso que administra el sindicato de los gastronómicos. Lo hizo el viernes, en las vísperas de la convocatoria que mañana compartirá con el camionero Hugo Moyano. 

Por el Sasso pasaron Scioli y Massa, pero esa foto no se podrá replicar el lunes. El gobernador anunció que no será de la partida y la incógnita sobre el tigrense se terminó de develar ayer. Barrionuevo lo contaba en la mesa, pero Massa anunció que no irá pese a que comparte la agenda del sindicalismo. Desde el massismo sostienen que no les aporta nada una foto con Moyano.

En una clásica jugada de verano, el encuentro se anunció como el punto de partida para la unificación de la CGT, y terminó deshilachado y marcado por las ausencias. "Quisieron cobrar un semipleno, pero a duras penas van a llegar a poner una ficha en el cuadro de color", relativizaba el viernes un conocedor del mundo gremial.

El secretario general de la CGT, Antonio Caló, dijo que no será de la partida, argumentó que la unidad no se construye en un asado y soltó que Moyano plantea un escenario apocalíptico que no existe. "Los metalúrgicos tenemos tres hoteles que no dan abasto porque los compañeros se van de vacaciones", sostuvo.
Moyano aspira a recuperar el espacio protagónico que tuvo en el peronismo hasta su ruptura con el kirchnerismo. A juzgar por el éxito de la convocatoria de mañana, esa posibilidad parece cada vez más lejana. Probó con Francisco de Narváez y le salió mal. Intentó con Sergio Massa, pero el tigrense lo gambetea sistemáticamente. Anunció que formaría un partido político pero hasta ahora no lo consiguió. El único decidido a sentarse con el camionero parece José Manuel de la Sota. 

Pasó un mes desde que la policía cordobesa abandonó sus funciones para extorsionar al poder político en medio de un reclamo salarial. En aquel diciembre caliente, el gobernador De la Sota no dejó torpeza por cometer. La crisis lo encontró en un free shop. Primero se hizo el duro y cuando los saqueos conmocionaban la provincia pidió ayuda por Twiter al gobierno nacional. Después difundió teléfonos de funcionarios nacionales y buscó justificar su desatino en el enfrentamiento que mantiene con el kirchnerismo. La extorsión se extendió luego a casi todo el territorio nacional.

Treinta días después de aquellas jornadas, familiares de los policías cordobeses amenazaron con volver a protestar frente a la gobernación. Esta vez la reacción fue muy distinta. De la Sota pidió ayuda formalmente, y la llegada de la Gendarmería desarticuló la protesta. ¿Cuántas pérdidas materiales y humanas se podrían haber ahorrado si De la Sota hubiera tomado este camino en diciembre? Responder a esa pregunta es hacer historia contrafáctica. Pero sirve para poner en contexto el juego de algunos sectores de la oposición.

El viernes, un grupo de policías entrerrianos también buscó reflotar la protesta. el gobernador Sergio Urribarri aceptó la postura de la Procuración de la provincia que sostiene que el aumento policial fue obtenido bajo extorsión y que, por lo tanto, es ilegal. La movida del fin de semana fue un fracaso. Más allá de la locura que implica la posibilidad de que un grupo de policías, encargados de hacer cumplir la ley, corten una ruta nacional, el disparate llegó a tal punto que algunos uniformados se sumaron a una protesta de integrantes de la Mesa de Enlace de Entidades Agropecuarias que rechazaban una reforma impositiva diagramada por Urribarri. El objetivo de la reforma era conseguir fondos para hacer frente al aumento de salarios de estatales y policías que dispuso el gobernador. 

En el oficialismo también se abrió el juego. En voz baja todavía, son cada vez más los que se animan a expresar sus deseos electorales para 2015. Y surgen candidatos a gobernador, jefe de gobierno y presidente. Algunos lo hacen públicamente. El senador Aníbal Fernández ya dijo que se anota para 2015 y es conocida la postura de Scioli. Carlos Tomada anunció que buscará conducir al peronismo porteño. Otros, por ahora, comentan sus aspiraciones por lo bajo.

Esa movida, inimaginable apenas unos meses atrás puertas adentro del kirchnerismo, parece haber sido habilitada de manera implícita por la ratificación de la presidenta Cristina Fernández de que no tiene aspiraciones electorales para 2015.

Unos y otros deberán saber que para llegar allí primero se deberá transitar este año. Lejos de aquella presunta parálisis que dicen trasunta el silencio de Cristina Fernández, el gobierno se mostró activo en los últimos días. Sergio Berni recorrió Córdoba y Entre Ríos para evitar nuevas protestas policiales. Hernán Lorenzino, hoy a cargo de la unidad de reestructuración de la deuda parece haber pavimentado el camino para un acuerdo con el Club de París por la deuda de 6500 millones de dólares más intereses que se mantiene impaga. 

Economía incorporó a los supermercados propiedad de inmigrantes chinos al acuerdo de precios y lo extendió a todo el país, pero esa no será la solución para la creciente inflación que sigue en el centro de la escena, junto a la pérdida de reservas y la escalada del dólar ilegal. Ahí debe estar puesta la mira antes que en la ruleta de 2015.

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