TODO EL MUNDO DETESTA SU AMOR POR EL LÍDER.
22lo personal, en la comunidad terrible, no es político.
23el Líder es las más de las veces un varón debido a que actúa en nombre del Padre.
24actúa en nombre del Padre aquel que se sacrifica. El Líder es en efecto aquel que perpetúa la forma sacrificial de la comunidad terrible mediante su propio sacrificio y mediante la exigencia de sacrificio que hace pesar en los demás. Pero como el Líder no es el Tirano —al mismo tiempo que es, por ello con más razón, tiránico— no dice abiertamente a los demás lo que deben hacer; el Líder no impone su voluntad, pero sí la deja imponerse orientando secretamente el deseo de los demás, que siempre es en última instancia el deseo de complacerle. A la pregunta “¿Qué debo hacer?”, el Líder responderá “Lo que quieras”, pues sabe que su existencia en la comunidad terrible impide en los hechos a los demás el querer algo distinto a lo que él quiere.
25quien actúa en nombre del Padre no puede ser cuestionado. Ahí donde la fuerza se erige como argumento, el discurso se retira como habladuría o excusa. En la medida en que haya un Líder —y por tanto su comunidad terrible— no habrá parresía y los hombres, las mujeres y el Líder mismo estarán en exilio. No se puede poner en discusión la autoridad del Líder en la medida en que los hechos prueban que se lo ama a la vez que se detesta su amor por él. A veces el Líder se pone en cuestión a sí mismo, y es entonces que otro toma su lugar o que la comunidad terrible, vuelta acéfala, perece por una desgarradora hemorragia.
26el Líder es realmente el mejor de su grupo. No usurpa la plaza de nadie y todo el mundo es consciente de ello. No tiene que batirse por el consenso, ya que es él quien más se sacrifica o quien más se ha sacrificado.
27el Líder nunca está solo, pues todo el mundo está detrás de él, pero al mismo tiempo es el icono mismo de la soledad, la figura más trágica e incauta de la comunidad terrible. Es únicamente en virtud del hecho de que ya se encuentra a merced del cinismo y de la crueldad de los demás (aquellos que no están en su lugar), que el Líder es por momentos verdaderamente amado y querido.
4 FORMA
de las razones de la existencia de los infames
y de cómo los hermanos de hoy forman los enemigos de mañana.
Del discreto encanto de la ilegalidad
y de sus trampas ocultas.
1la comunidad terrible es un dispositivo de poder posautoritario. No cuenta con burocracia ni forma vinculante en apariencia, pero para producir tanta verticalidad en el seno de lo informal tiene que recurrir a configuraciones arcaicas, a roles pasados que sobreviven aún en las bodegas atestadas del inconsciente colectivo. En esto la familia no es su modelo organizacional sino su antecedente directo en la producción de coacción y de insoluble cohabitación de odio y amor.
2en cuanto formaciones posautoritarias, las empresas de la “nueva economía” constituyen a título completo comunidades terribles. Y no hay que ver una contradicción en la aproximación de la vanguardia del capitalismo y la vanguardia de su contestación: ambas son prisioneras del mismo principio económico, de la misma preocupación de eficiencia y organización incluso si se colocan sobre terrenos diferentes. De hecho, se sirven de la misma modalidad de circulación del poder, y en esto son políticamente próximas.
3la comunidad terrible, semejante en esto a la democracia biopolítica, es un dispositivo que gobierna el paso de la potencia al acto entre los individuos y entre los grupos. En el seno de este dispositivo no aparecen jamás más que unos fines y los medios para alcanzarlos, pero el medio sin fin que preside a este proceso, al mismo tiempo que permanece inconfesable, no aparece jamás, puesto que éste no es otro que la economía. Es sobre la base del criterio económico que roles, derechos, posibilidades e imposibilidades son aquí distribuidos.
4en la medida en que la comunidad terrible se otorgue la práctica de la performance económica de su enemigo como coartada para justificar la suya propia, ella no saldrá de ninguno de sus impases.
La “estrategia”, dadá de las comunidades terribles, sólo traiciona en realidad la proximidad incestuosa entre la crítica y su objeto, proximidad que acaba la mayoría de las veces por devenir familiaridad e incluso parentesco tan estrecho que resultar difícil desentrañar su distancia.
La reivindación centrada [ciblée], en cuanto no sueña con destruir el contexto que la hace nacer, o bien la exposición de los engranajes del poder que no sueña con demoler, conducen tarde o temprano al camino sin poesía de la gestión, volviendo por tanto a conducir a la raíz de toda comunidad terrible.
5la informalidad, en la comunidad terrible, está siempre regida por una muy rígida distribución implícita de responsabilidades. Es únicamente sobre la base de una modificación explícita de las responsabilidades y de su prioridad que la circulación del poder puede ser modificada.
6la comunidad terrible es la continuación de la política clásica por otros medios. Llamo “política clásica” a la política que coloca en su centro a un sujeto cerrado, pleno y autosuficiente en su variante de derecha, y a un sujeto en estado de incompletitud contingente debido a circunstancias por transformar para reunir la suficiencia monádica en su variante de izquierda.
7la comunidad terrible, finalmente, no puede excluir a nadie, porque no tiene ley ni forma explícita. Únicamente puede incluir.
Para renovarse, tiene por lo tanto que destruir gradualmente a quienes forman parte de ella, bajo pena de estancación completa. Vive del sacrificio al igual que el sacrificio es su condición de pertenencia. Sólo él, por lo demás, funda la confianza efímera y recíproca de sus miembros. ¿Tendría ella, sin esto, una enorme necesidad de acción? ¿Emplearía tal ardor para renovarse por medio de la agitación más frenética?
7bis. Cuanto menos tiene una comunidad el sentimiento de su existencia, tanto más experimenta la necesidad de actualizar exteriormente su propio simulacro, en el activismo, en la formación compulsiva y finalmente en el cuestionamiento permanente, metaestático de sí. La autocrítica colectiva casi incansable a la que se libran cada vez más visiblemente tanto el management de vanguardia como los grupos neomilitantes informales, informa bastante sobre la debilidad decisiva de su sentimiento de existir.
8algunas comunidades terribles de lucha fueron fundadas por los supervivientes de un naufragio, de una guerra, de una devastación cualquiera aunque de una cierta amplitud sin embargo. La memoria de los supervivientes no es entonces la memoria de los vencidos, sino la de los excluidos del combate.
8bis. Por esta razón, la comunidad terrible nace como exilio en el exilio, memoria en el seno del olvido, tradición intransmisible. El superviviente nunca es aquel que estaba en el centro del desastre, sino aquel que se encontraba a la distancia, que habitaba el margen de él. Por eso, en el tiempo de la comunidad terrible, el margen se ha hecho centro y el concepto de centro ha perdido toda validez.
9la comunidad terrible carece de fundación, porque carece de consciencia de su comienzo y porque carece de destino; se registra únicamente sobre la marcha, como una cosa siempre-ya pasada, y, por tanto, únicamente a través de la mirada de los demás, de la repetición, de la anécdota: “¿te acuerdas de…?”.
10la comunidad terrible es un presente que pasa y no se supera, y por esta razón carece de mañana. Ha atravesado la débil línea que separa la resistencia de la persistencia, el déjà-vu de la amnesia.
11la comunidad terrible sólo experimenta el sentimiento de su existencia en la ilegalidad. Además, todo intercambio humano sadomasoquista fuera de la relación mercantil está condenado a largo plazo a la ilegalidad, en cuanto metáfora violenta de la inconfesable miseria de la época. Es en la ilegalidad solamente que la comunidad terrible se percibe y ek-siste, aunque negativamente sin duda, como afuera de la esfera de la legalidad, como creación que se libera de ella misma. Al mismo tiempo que no reconoce la legalidad como legítima, la comunidad terrible ha podido hacer de su negación el espacio de su existencia.
11bis. Es sobre la base del masoquismo que la comunidad terrible concluye fugitivas alianzas con los oprimidos, a riesgo de encontrarse muy rápido colocada en el rol inasumible del sádico. Acompaña así a los excluidos a lo largo de la vía de la integración, los mira alejarse llenos de ingratitud y devenir lo que ella quería conjurar [eludir].
12(de la privación del secreto. el arrepentimiento — la infamia). La fuerza y la fragilidad de la comunidad terrible es su manera de habitar el riesgo. En efecto, ella sólo vive intensamente cuando se encuentra en peligro. Este peligro contiene el arrepentimiento de sus miembros. El arrepentimiento —desde el punto de vista del infame— está lejos de ser ilegítimo porque aquel que se arrepiente es alguien que ha tenido una “iluminación”: desde los ojos de la mirada inquisidora que lo sospecha, todo de un golpe, él se reconoce como miembro del proyecto sospechado. Él confiesa una verdad que nunca ha vivido, y que no suponía incluso antes que una inquisición lo exige de él.
12bis. Todo arrepentido es esencialmente un mitómano (igual a quienes han visto a la virgen María), actualiza ante la autoridad su propia esquizofrenia. Haciéndolo, deviene individuo, pero sin haber asumido su dividualidad: se cree a sí mismo —o más bien quiere creerse— al fin en lo justo, en la coherencia. Intercambia sus complicidades pasadas reales por una complicidad inexistente con el enemigo de siempre; se toma a sí mismo como enemigo. Lo cual, dicho sea de paso, deviene efectivo a partir de su arrepentimiento. Pero la infamia no hace más que trocar un sadomasoquismo inconsciente y moderadamente destructor por otro sadomasoquismo, consciente y éticamente indigno esta vez. Sacrifica la duplicidad del esquizofrénico para caer en la del traidor.
13“las mujeres eran tratadas como objetos sexuales, salvo cuando participaban en acciones: eran entonces tratadas como hombres. Se daba aquí la única relación de igualdad. A menudo ellas hacían más que los hombres, tenían realmente más coraje. […] Es así como, por primera vez, surgió el problema de los traidores: a causa de la insensibilidad del grupo. […] Hella y Anne-Katrine no dijeron nada sobre mí, fui el único del grupo que no acabó adentro. Yo tenía otra relación con ellas, se trataba de su gran amor de ellas dos por mí…”
Bommi Baumann, Cómo empezó todo
13bis. En cuanto la verdad de la comunidad terrible ha sido develada por el arrepentido, ésta está condenada, porque vive de la ignorancia de su secreto, protegida por su sombra, en lugar de protegerlo. Los secretos vergonzosos de las comunidades terribles acaban en las bocas indiferentes de los hombres de Ley y la hipocresía ambiental que los ha conservado. El cómplice de ayer se escandaliza, compromete su devenir-infame en la variante del delator o del disociado.
Así la pedofilia, la violación conyugal, la corrupción, el chantaje mafioso, comportamientos fundadores del ethos dominante hasta ayer, serán de un solo golpe denunciados como comportamientos criminales.
14la necesidad de justiciaes una necesidad de castigo. Aquí aflora la raíz común, sadomasoquista, que rige la conformidad ética de las comunidades terribles y su vínculo inconfesado con el Imperio.
15(de la privación del peligro: la legalización — la traición de los ideales) El asedio que mantiene juntos los escombros de las democracias biopolíticas, el asedio del biopoder, reside en la posibilidad de privar en cada instante a las comunidades terribles de la libertad de vivir en el riesgo. Esto se hace por medio de un doble movimiento: de sustracción-represión, o sea: de violencia, y a la vez de adición-legitimación, o sea: de condescendencia. Por medio de estos dos movimientos, el biopoder priva a la comunidad terrible de su espacio de existencia y la condena a la persistencia, puesto que es él quien delimita la zona que le reserva. Operado así, transforma la utopía en atopía y la heterotopía en distopía. Localizada e identificada, la comunidad terrible, que hace todo para escapar de las cartografías, deviene un espacio como otro.
15bis. Es sincronizando el tiempo desfallecido [vaseux] e informe de la comunidad terrible con la temporalidad del afuera, como el biopoder priva a la comunidad terrible del riesgo y el peligro. Basta con que el biopoder reconozca a la comunidad terrible para que ésta pierda el poder de romper el curso ordenado del desastre mediante la irrupción de su clandestinidad. En cuanto la comunidad terrible está insertada del mismo modo que tantas otras grietas en la publicidad, es localizada y territorializada en un afuera de la legalidad que es inmediatamente englobado; en cuanto afuera.
16una vez más es la invisibilidad de la comunidad terrible consigo misma lo que la pone a merced de un reconocimiento unilateral con el que no puede de ninguna manera interactuar.
16bis. Si bien la comunidad terrible rechaza el principio de representación, no escapa, sin embargo, a la representación. La invisibilidad de la comunidad terrible consigo misma la hace infinitamente vulnerable a la mirada del otro, porque, y esto es bien sabido, la comunidad terrible sólo existe ante los ojos de los demás.
5 LOS QUE PERMANECEN
LOS QUE PARTEN
de la gente que vive como sonámbulo
de los corazones rotos y de los rompecorazones
Algunas notas más sobre el mal uso de las buenas intenciones
(Lo que demuestra que la estrategia por sí sola no basta y que las relaciones humanas no son una “cuestión de psicoanálisis”)
Aber Freunde! Wir kommen zu spät!
(¡Pero amigo! ¡Llegamos demasiado tarde!)
Hölderlin
1se entra en la comunidad terrible porque, en el desierto, quien busca no encuentra nada más. Se atraviesa esta arquitectura humana vacilante y provisional. Al comienzo, se cae enamorado. Se siente, entrando en ella, que ha sido construida con las lágrimas y el sufrimiento, y que exige aún más de éstos para continuar existiendo; pero esto importa poco. La comunidad terrible es primero que nada el espacio de la abnegación, y esto conmueve, esto estimula, el “reflejo de la preocupación”.
2mas las relaciones, en el seno de la comunidad terrible, están gastadas; ya no son jóvenes ¡ay! cuando nosotros llegamos. Como los guijarros del lecho de un río muy rápido, las miradas, los gestos y la atención son consumidos. Algo falta trágicamente a la vida en la comunidad terrible, porque la indulgencia ya no encuentra en ella su lugar, y la amistad, tantas veces traicionada, se da con una parsimonia agobiante.
Que se lo quiera o no, los que pasan por una, los que llegan a una, pagan las fechorías de los demás. Las personas a las que querrían amar están ya demasiado abismadas, de manera clara, para prestar atención a sus buenas intenciones.
“Con el tiempo pasará…” Será preciso, por tanto, vencer la desconfianza de los demás, o más exactamente, aprender a ser desconfiados como los demás, para que la comunidad terrible pueda todavía abrir sus brazos descarnados. Es por la capacidad de ser duro con los nuevos que llegan, finalmente, que uno demostraría su solidaridad con la comunidad terrible.
2bis.“Esta crueldad se hallaba en su risa, en aquello que les daba placer, en la manera en que se comunicaban entre sí, en la manera en que vivían y morían. El infortunio del prójimo era su mayor fuente de alegría, y me preguntaba si, en su mente, ésta reducía o acrecentaba la probabilidad de ver este infortunio afectarlos a ellos mismos. Pero el infortunio personal, de hecho, no era una probabilidad, era una certeza. Así pues, la crueldad formaba parte de ellos mismos, de su humor, de sus relaciones, de sus pensamientos. Y no obstante, tan completo era su aislamiento, en cuanto individuos, que no creo que ellos imaginaran que esta crueldad afectaba a los demás.”
Colin Turnbull, El pueblo de la montaña
2ter. En la comunidad terrible uno siempre llega demasiado tarde.
3la fuerza de la comunidad terrible le viene de su violencia. Su violencia es su verdadera razón y su verdadero desafío. Pero no arroja sus consecuencias porque en lugar de servirse de ella para cautivar, hace un uso de ella que aparta lo que le es exterior, y desgarra lo que está en su seno. La precisión extrema de su violencia está mermada por su rechazo a interrogar el origen de ésta, pues dicha violencia no es, como se dice, el odio del enemigo.
4la comunidad terrible es una comunidad hemorrágica. Su temporalidad es hemorrágica, pues el tiempo de los héroes es un tiempo que se vive como declive, ocasión frustrada, déjà-vu. Los seres no hacen en ella advenir el acontecimiento, pero lo esperan como espectadores. Y en esta espera su vida se desangra en un activismo que supuestamente ocupa y prueba la existencia del presente, hasta el cansancio.
Más que de pasividad habría que hablar aquí de una inercia agitada. Porque ninguna posición se presenta como definitivamente adquirida en la descomposición del cuerpo social de la que es sinónimo la democracia biopolítica, un máximum de inercia y un máximum de movilidad aquí son asimismo posibles. Pero una “estructura de movimiento”, para permitir la movilidad, debe construir una arquitectura que las personas puedan atravesar. Esto se hace por tanto, en la comunidad terrible, a través de las singularidades que aceptan la inercia, incluso si al hacerlo hacen posible y a la vez radicalmente imposible la comunidad. Sólo el Líder tiene la tarea ingrata de dirigir y regular el equilibrio perdido entre intertes y agitados.
4bis. En la medida misma en que la comunidad terrible se funda en la partición entre miembros estáticos y miembros móviles, ella ha perdido su apuesta de antemano, se ha frustrado en cuanto comunidad.
5la mirada de los inertes es el recuerdo más doloroso para quien ha pasado por la comunidad terrible. Destinados a enseñar algo que ellos mismos no han conseguido sumarse, los inertes a menudo vigilan, como policías melancólicos al borde de territorios desérticos.
Ellos habitan un espacio que ciertamente les pertenece; pero, puesto que es estructuralmente público, ellos están aquí en cada momento a la misma altura que cualquier otro. No pueden prevalerse el derecho a tener su lugar en este espacio, porque la renuncia previa a este derecho es lo que les ha permitido acceder a ella. Los inertes habitan la comunidad como los sin techo habitan la estación, pero cada paso los atraviesa, porque esta estación es ellos mismos y su construcción es congruente con la construcción de su vida.
Los inertes son unos angéles desesperados y aturdidos que, al no haber encontrado la vida en ningún repliegue del mundo, están dispuestos a habitar un lugar de paso. Pueden sumergirse por un tiempo indeterminado en la comunidad: su soledad es infinitamente impermeable.
6a los que siempre están ahí todo el mundo los conoce. Son apreciados y detestables como todos los que cuidan y permanecen [restent] ahí donde los demás viven y pasan (la enfermera, la madre, los ancianos, los vigilantes de los parques públicos). Son el falso espejo de la libertad, son los asiduos, los esclavos de una servidumbre inédita que los ilumina con una luz resplandeciente: los combatientes, los irreductibles, los sin espacio privado, los sin paz. La rabia por combatir la terminan por buscar en sus vidas mutiladas; atribuyen sus heridas a una lucha noble e imaginaria, aunque se han hecho daño a sí mismos entrenándose hasta el cansancio. En realidad, nunca han tenido la oportunidad de descender al campo de batalla: el enemigo no los reconoce, los toma por una simple interferencia, los aparta mediante su indiferencia a la muchedumbre, a la insignificancia ordinaria, a la ofensiva suicida. El alfabeto del biopoder no tiene letras para retener sus nombres; para él, ellos han desaparecido ya, si bien resisten como fantasmas desasosegados. Están muertos y sobreviven por sí mismos en el transito de las miradas que los atraviesan, sobre las cuales carecen más o menos de control, con las cuales comparten la mesa, la cama, la lucha, hasta que los transeúntes [passants] parten, o hasta que permanecen apagándose, deviniendo los inertes de mañana.
6bis.“En los grupos, numerosas mujeres habían tenido una experiencia de empleadas o secretarias. Aportaban a los grupos toda la eficacia de su profesionalismo luego de abandonar su trabajo. Nada había cambiado para ellas desde este punto de vista, excepto el hecho de que ellas hacían la lucha armada. […] Las reuniones eran el centro vital y ‘significante’ de las casas. Por lo demás, las condiciones materiales de la vida cotidiana enteramente dirigida hacia la lucha externa no tenía ningún problema. Hacíamos encargos enormes en el supermercado y cuando habíamos asegurado la comida y con qué dormir, no había ya problemas internos.”
I. Faré, F. Spirito, Mara y los demás
7los más muertos e implacables de los inertes son aquellos que han sido abandonados. Aquellos cuyx amigx o amante partió, permanecen [restent], porque todo lo que queda de aquel o aquella que desapareció permanece en la comunidad terrible y en los ojos que lo han visto en ella. Quien ha perdido a la persona amada no tiene ya nada que perder, y esta nada la da a menudo a la comunidad terrible.
7bis.“[…] la guerra contra un enemigo exterior pacifica, más o menos por necesidad forzada, a aquellos que llevan la misma lucha; la pertenencia a un grupo unificado por una revuelta absoluta no deja lugar a las diferencias, a las luchas internas; la fraternidad se vuelve el pan indispensable y cotidiano en los momentos en que las contradicciones más descuartizadas no estallan. La pacificación interna es un momento de asepsia proyectada en la pantalla gigante de la lucha ‘contra’.”
I. Faré, F. Spirito, Mara y los demás
8el horizonte, para los militantes, es la línea en dirección de la cual es preciso siempre marchar. Porque es allí, en alguna parte, que se encuentran todos aquellos que han perdido.