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COMUNIDAD TERRIBLE PARTE II

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3 AFECTIVIDAD
de por qué a menudo se desea lo que conlleva nuestra desgracia (tanto y tan bien que se llega incluso a añorar la bella época de los matrimonios arreglados)
y de por qué las mujeres no dicen lo que piensan.
También se habla aquí de la insuficiencia de las buenas intenciones.


¡Atención! Capítulo de lectura peligrosa ya que todo el mundo está puesto en entredicho.


Yocasta.— ¿Qué es el exilio? ¿De qué sufre el exiliado?
Polinices.— Del peor de los males: no tener derecho a la parresía.
Yocasta.— Eso que dices es una condición de esclavo, no decir lo que se piensa.
Polinices.— Y de tener que plegarse a las necedades de quienes mandan.
Yocasta.— Sí, y consiste en esto: hacer de estúpido con los estúpidos.
Polinices.— Pero por el interés uno fuerza su temperamento
Eurípides, Las fenicias



1la parresía es el uso peligroso, afectual, del discurso, es el acto de verdad [relativo a la verdad] que cuestiona las relaciones de poder tal como se dan hic et nunc en la amistad, en la política, en el amor. El parresiastés no es quien dice la verdad más dolorosa para romper los vínculos que unen a los demás y que se fundan en el rechazo a aceptar esa verdad como ineluctable. Quien hace uso de la parresía se pone en peligro antes que nada él mismo mediante un gesto de exposición de sí en los eslabones relacionales. La parresía es el acto de verdad que escapa al punto de vista de surplomb [término usado en el gobierno o la administración para designar una posición que sobresale a todas].
Ahí donde la parresía no es posible, los seres se hallan en exilio, actúan como esclavos. Incluso si la comunidad terrible es, para sus habitantes, como una catedral en el desierto, es en su interior que se soporta el exilio más amargo. Pues, en cuanto máquina de guerra omnilateral que debe mantener con el exterior un equilibrio vital de naturaleza homeostática, la comunidad terrible no puede tolerar la circulación en sus filas de discursos peligrosos para sí misma. Para perpetuarse, la comunidad terrible necesita relegar el peligro hacia el exterior: éste será el Extranjero, la Competencia, el Enemigo, los polis. Así, la comunidad terrible aplica en su propio seno la más estricta policía de los discursos, deviniendo para sí misma su propia censura.


2ahí donde la palabra muda de la represión hace escuchar su voz, ninguna otra palabra tiene ya derecho de ciudad, en la medida en que permanece cortada de una efectividad inmediata. La comunidad terrible es una respuesta a la afasia que impone todo régimen biopolítico, pero es una respuesta insuficiente pues se perpetúa por medio de la censura interna, disminuyendo incluso los márgenes del orden simbólico del patriarcado. Por tanto, con frecuencia no es más que otra forma de policía, otro lugar para continuar en el analfabetismo emocional o en un estado de minoría infantil, con el pretexto de una amenaza exterior. Pues el niño no es tanto quien no habla, sino quien está excluido de los juegos de verdad.


3el mundo-ya-no-mundo, este mundo descuartizado, vive en la patética autocelebración que se insiste en llamar “Espectáculo”. El Espectáculo corroe la duda, reduce la consciencia a una pasividad anestésica. Lo que la democracia biopolítica exige a la consciencia es asistir a la destrucción, no en cuanto destrucción efectiva, sino en cuanto espectáculo. Por su lado, la comunidad terrible exige asistir a la destrucción en cuanto destrucción, y por tanto hacerla alternar, para que pueda durar, con breves períodos de reconstrucción colectiva.


3bis. No hay discursos de verdad, sólo hay dispositivos de verdad. El Espectáculo es el dispositivo de verdad que consigue hacer funcionar en su beneficio cualquier otro dispositivo de verdad. Espectáculo y democracia biopolítica convergen en la aceptación de cualquier régimen de discurso falso proferido por cualquier tipo de sujeto, siempre que esto permita la continuación de la paz armada en vigor. La proliferación de la insignificancia apunta a recubrir la totalidad de lo existente.


4la comunidad terrible conoce el mundo, pero no se conoce [a sí misma]. Y esto es así a causa de que ella es, en su aspecto afirmativo, un ser no reflexivo sino estadizo. En cambio, en su aspecto negativo, existe en la medida en que niega el mundo, y se niega por tanto a sí misma, al estar hecha a imagen de él. No hay ninguna consciencia por debajo de la existencia, y ninguna autoconsciencia por debajo de la actividad, pero sobre todo no hay consciencia en la actividad de autodestrucción inconsciente. Desde el momento en que la comunidad terrible se perpetúa actuando bajo la mirada hostil de otro, introyectando esta mirada y constituyéndose como objeto y no como sujeto de esa hostilidad, sólo puede amar y odiar por reacción.


5la comunidad terrible es un aglomerado humano, no un grupo de compañeros. Los miembros de la comunidad terrible se encuentran y se agregan más por accidente que por elección. No se acompañan, no se conocen.


6la comunidad terrible está atravesada por todo tipo de complicidades —¿y cómo podría subsistir si no?—, pero a diferencia de los ancestros a los que apela, esas complicidades no determinan en ningún caso su forma. Su forma es más bien la de la desconfianza [méfiance]. Los miembros de la comunidad terrible desconfían los unos de los otros porque no saben nada de sí mismos ni de los demás, y porque nadie de entre ellos conoce la comunidad de la que forma parte: se trata de una comunidad sin relato posible, así que impenetrable, y de la que no se puede hacer la experiencia más que en la inmediatez; pero ésta es una inmediatez inorgánica que no devela nada. La exposición que se practica en ella es mundana y no política: incluso en la soledad heroica del vándalo [casseur, literalmente “rompedor”, usado también despectivamente en el ambiente de las protestas] es el cuerpo en movimiento y no la coherencia entre él y su discurso. Es por esto que la clandestinidad, el pasamontañas o la teatralización de una riña [le jeu de la gué-guerre] fascinan y engañan a la vez: el poli provocador es también un vándalo…


6bis.“Estamos en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias.” (Foucault sobre el Panopticón)


7no obstante, existiendo las complicidades, los miembros de la comunidad terrible sospechan que el proyecto también existe, pero que estarían siendo dejados fuera de él. De ahí la desconfianza. La desconfianza que mantienen entre sí los miembros de la comunidad terrible es de otra manera mayor que la que mantienen hacia los ciudadanos del resto del mundo: estos últimos, en efecto, no esconden el hecho de tener mucho que esconder, conocen la imagen que se supone tienen y dan del mundo del que forman parte.


8si, a pesar de su panoptismo interno, la comunidad terrible no se conoce, esto es así porque ella no es conocible, y, en esta medida, es tan peligrosa para el mundo al igual que para sí misma. Ella es la comunidad de la inquietud; pero también es la primera víctima de tal inquietud.


8bis. La comunidad terrible es una suma de soledades que se vigilan sin protegerse.


9el amor entre los miembros de la comunidad terrible es una tensión inagotable, que se nutre de lo que el otro vela y no devela: su banalidad. La invisibilidad de la comunidad terrible para consigo misma le permite amarse ciegamente.


10la imagen pública, exterior, de la comunidad terrible es lo que menos le interesa a la propia comunidad, pues la conoce como postiza a sabiendas. Igualmente irrisoria es su imagen de sí misma, la publicidad propia que la comunidad despliega en su seno, pero que no engaña a nadie.
Pues lo que mantiene junta a la comunidad terrible es precisamente lo que se encuentra por debajo de su publicidad, lo que justamente deja entrever a sus propios miembros y apenas intuir al exterior. Ella es informada por la banalidad de su privado, por el vacío de su secreto y por el secreto de su vacío; para perpetuarse también produce y secreta la comunidad pública.


10bis. La banalidad de lo privado de las comunidades terribles se esconde, pues esta banalidad es la banalidad del mal.


11la comunidad terrible no descansa en sí misma, sino en el deseo que el exterior le dirige, y que inevitablemente cobra la forma del malentendido.


12la comunidad terrible, como toda formación humana en la sociedad capitalista avanzada, funciona sobre una economía de placer sadomasoquista. La comunidad terrible, a diferencia de todo lo que no es ella, no se confiesa a sí misma su masoquismo fundamental, y los deseos de los que participa se agencian sobre este malentendido.
Lo “salvaje” suscita en efecto un deseo, pero este deseo es un deseo de domesticación, y por tanto de aniquilamiento, así como la criatura ordinaria, confortablemente asentada en su día a día, es erótica únicamente en la medida en que se le querrían imponer deshonras atroces. El hecho de que este metabolismo emotivo permanezca escondido es una fuente inagotable de sufrimiento para los miembros de la comunidad terrible, que devienen incapaces de evaluar las consecuencias de sus gestos afectivos (consecuencias que desmienten sistemáticamente sus previsiones). De este modo, los miembros de las comunidades terribles desaprenden progresivamente a amar.


13la educación sentimental en el seno de la comunidad terrible se funda en la humillación sistemática, en la pulverización de la autoestima de sus miembros. Nadie debe poder creerse portador de una forma de afectividad que tenga derecho de ciudad al interior de la comunidad. El tipo hegemónico de afectividad al interior de la comunidad terrible corresponde paradójicamente a la forma que es concebida como la más retrasada en el exterior. La tribu, el pueblo, el clan, la banda, el ejército o la familia son las formaciones humanas reconocidas universalmente como las más crueles y las menos gratificantes, pero a pesar de todo persisten en el seno de las comunidades terribles. Las mujeres deben asumir en ellas una forma de virilidad que incluso los hombres rehúsan en adelante al interior de las democracias biopolíticas; y ello a la vez que se perciben como mujeres en una feminidad decadente con respecto al fantasma masculino dominante en el propio seno de la comunidad terrible, que es el de la mujer plástica y “sexy” (a imagen de esa pura envoltura carnal que es la Jovencita) presta para el uso y el consumo de la sexualidad genital.


14en las comunidades terribles, las mujeres, a falta de ser capaces de devenir unos hombres, deben devenir como los hombres, a la vez que se mantienen furiosamente heterosexuales y prisioneras de los estereotipos más gastados. Si en la comunidad terrible nadie tiene el derecho a decir la verdad sobre las relaciones humanas, para las mujeres esto es doblemente cierto: la mujer que hace uso de la parresía en el seno de la comunidad terrible será inmediatamente catalogada como histérica.


14bis. En el seno de toda comunidad terrible se hace la experiencia del sorprendente silencio de las mujeres. La patofobia de la comunidad terrible a menudo se manifiesta, en efecto, como represión indirecta de la palabra femenina, extraña y perturbadora, pues es palabra de carne. No es que se haga callar a las mujeres; simplemente ocurre que el espacio-límite con la locura, donde podría darse su palabra de verdad, se encuentra discretamente borrado, día tras día.


15“no es que las mujeres hayan tenido problemas en llevar a cabo las acciones: eran incluso más audaces y capaces, estaban más preparadas y convencidas que los hombres. Sólo se les concedía una menor autonomía a nivel de las iniciativas: era como si una diferencia aflorara instintivamente en la preparación y en las discusiones colectivas de trabajo, y su voz contara menos.
“El problema estaba en el grupo: era un comportamiento anodino, un no-dicho, o incluso un ‘cállate’ soltado en plena discusión. […] Esta suerte de discriminación no era la obra de una decisión a priori, más bien era algo que se aportaba desde el exterior, en parte inconscientemente, algo que estaba por debajo de la voluntad. Algo que no se puede resolver en una declaración ideológica o mediante una elección racional.”
I. Faré, F. Spirito, Mara y los demás


15bis. Puesto que la comunidad terrible se funda en unas relaciones [rapports] inconfesadas, ella acaba inevitablemente por hundirse en las relaciones [relations] más residuales y “primitivas”. Las mujeres están destinadas en ella a la gestión de las cosas concretas, de los asuntos corrientes, y los hombres a la violencia y a la dirección. En esta abrumadora reproducción de clichés obsoletos, la única relación [rapport] posible entre el hombre y la mujer es el relación de seducción. Pero como la seducción generalizada conduciría a la comunidad terrible a la explosión, ésta está estrictamente encauzada al interior de la forma-pareja heterosexual y monógama, que domina en ella.


16“bien es verdad que las bandas también están minadas por fuerzas muy diferentes que instauran en ellas centros internos de tipo conyugal y familiar, o de tipo estatal, y que las hacen pasar a una forma de sociabilidad totalmente distinta, sustituyendo los afectos de manada por sentimientos de familia o inteligibilidades de Estado. El centro, o los agujeros negros internos, pasan a ocupar el papel principal. Ahí, en esa aventura que también se produce en las bandas humanas cuando reconstituyen un familiarismo de grupo, o incluso un autoritarismo, un fascismo de manada, el evolucionismo puede ver un progreso.”
G. Deleuze, F. Guattari, Mil mesetas


16bis. También las amistades, en el seno de la comunidad terrible, entran en el imaginario estilizado y raquítico que conviene a toda sociedad heterosexual monógama. Puesto que las relaciones interpersonales jamás deben ponerse en discusión y se supone que “van de suyo”, la cuestión de las relaciones hombres-mujeres no tiene que ser abordada y se verá sistemáticamente decidida “a la manera antigua”, ya sea proto-burguesa o bárbaro-proletaria. Por tanto, las amistades permanecen rigurosamente monosexuales, con hombres y mujeres que se frecuentan con una irreductible extrañeza que les permitirá, llegado el momento, componer eventualmente — una pareja.


17el familiarismo de ninguna manera implica la existencia de familias reales; por el contrario, su difusión masiva sobreviene en el momento mismo en que la familia en cuanto entidad cerrada estalla, contaminando a cambio toda la esfera de las relaciones que hasta hoy se le escapaban. “El familiarismo —dice Guattari— consiste en negar mágicamente la realidad social, en evitar todas las conexiones con los flujos reales.” (La revolución molecular) Cuando la comunidad terrible nos dice, para tranquilizarnos, que sólo es en el fondo una “gran familia”, nos vienen a modo de recuerdos todo lo arbitrario, todo el enclaustramiento, la morbidez y el moralismo que han acompañado a la institución familiar en el curso de su existencia histórica; salvo que ahora, bajo pretexto de preservarnos, todo esto se nos impone menos la institución, es decir, sin que uno lo pueda denunciar.


17bis. La parte de humillación y envilecimiento de los hombres consiste en la obligación que les es hecha de exhibir constantemente sus capacidades mediante una u otra forma de performance viriloide. El contratipo no tiene lugar en la economía afectiva de la comunidad terrible, en la cual prevalece únicamente, en última instancia, el estereotipo; de hecho, sólo el Líder [Meneur; leader en un sentido despectivo: cabecilla, liderete, caudillo, etc.] es objetivamente deseable. Toda otra posición es insoportable sin la confesión implícita de una incapacidad innata de existir singularmente; pero las desviaciones con respecto al estereotipo son alimentadas sin cesar por el despiadado metabolismo afectivo de la comunidad terrible. Cuando el contratipo, por ejemplo, intenta desprenderse de sí, resulta violentamente repelido a la celda de su “insuficiencia”. El contratipo-chivo expiatorio funciona como el espejo deformante de cada uno, que tranquiliza inquietando.
Implícitamente, se permanece en la comunidad terrible para no ser ni el Líder ni el contratipo, mientras que estos últimos permanecen en ella porque no tienen elección.


18cada comunidad terrible cuenta con su Líder, y viceversa.


18bis.Dondequiera que las relaciones no son problematizadas, las formas antiguas afloran con toda la potencia de su brutalidad a-discursiva: el fuerte levanta la mano sobre el débil, el hombre sobre la mujer, el adulto sobre el niño y así sucesivamente.


19el Líder no necesita afirmarse, inclusive puede jugar [jouer, desempeñar un papel] al contratipo o ironizar sobre la virilidad. Su carisma no necesita ser conformante, pues está objetivamente probado por los parámetros biométricos del deseo de la comunidad terrible y por la sumisión efectiva de los demás hombres y mujeres. La comunidad terrible es la comunidad de los cornudos [cocus].


20el sentimiento fundamental que liga la comunidad terrible a su Líder no es la sumisión sino la disponibilidad, o sea, una variante sofisticada de la obediencia. El tiempo de los miembros de la comunidad debe permanentemente ser pasado por la criba de la disponibilidad: potencial disponibilidad sexual hacia el Líder, disponibilidad física para las tareas más diversas, disponibilidad afectiva a sufrir cualquier herida debida a la inevitable distracción de los demás. En la comunidad terrible, la disponibilidad es la introyección artística de la disciplina.


21tanto el deseo del Líder como el deseo de ser Líder se saben condenados a un fracaso inevitable. Ya que la mujer del Líder (nadie lo ignora) es la única en no ser víctima de su mascarada seductora en la medida en que verifica cotidianamente su nada: lo privado de los dominadores siempre es lo más miserable. De hecho, en el seno de la comunidad terrible, el Líder es deseable, como puede serlo la mujer sofisticada y altanera en la democracia biopolítica. El deseo sexual que hombres y mujeres dirigen al Líder y que lo rodea con un aura tan intensa que hace girar espontáneamente todas las miradas hacía él, no es otra cosa que un deseo de humillación. Se quiere desnudar al Líder, ver al Líder satisfacer verdaderamente y sin dignidad el cortejo de envidias que suscita para prevalecer. Todo el mundo aborrece al Líder así como los hombres han detestado a las mujeres durante milenios. Todo el mundo desea en el fondo domesticar al Líder ya que todo el mundo detesta la fidelidad que le es profesada.

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