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LEEMOS EN RAMBLE TAMBLE...TESIS SOBRE LA COMUNIDAD TERRIBLE PARTE I

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Hay ahí algo de la pobre y breve infancia, algo de la felicidad perdida que nunca se recupera, pero también algo de la vida activa de hoy, de su pequeño entusiasmo incomprensible y sin embargo persistente e imposible de extinguir.
Franz Kafka


…arroja unas rosas en el abismo y di: “¡He aquí mi agradecimiento para el monstruo que no consiguió tragarme!”
Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos



1 GÉNESIS
o historia de una historia



1eso que por algún tiempo había sido comprendido, para otro ha sido olvidado. Hasta el punto de que ya nadie percibe que la historia carece de época. Y de hecho, ya no pasa nada. Ya no hay acontecimiento. Sólo hay noticias. Observar a los personajes en la cumbre de los imperios. E invertir la frase de Spinoza. Nada que comprender. Sólo que reír y que llorar.” (Mario Tronti, La política en el crepúsculo)


1bis. Finalizado, el tiempo de los héroes. Desaparecido, el espacio épico del relato que se disfruta decir y que se disfruta escuchar, que nos habla de lo que podríamos ser pero que no somos.
Lo irreparable es en adelante nuestro ser-así, nuestro ser-nadie. Nuestro ser-Bloom.
Y esto forma parte de lo irreparable de lo que es preciso partir, ahora que el nihilismo más feroz hace estragos al interior de las propias filas de los dominadores.
Es preciso partir, debido a que “Nadie” es el otro nombre de Ulises, y a que no debe importar a nadie regresar a Ítaca, o naufragar.


2ya no hay tiempo para soñar en eso que uno será, en eso que uno hará, ahora que podemos ser todo, que podemos hacer todo, ahora que toda nuestra potencia nos lo ha dejado, con la certeza de que el olvido de la alegría nos impedirá desplegarla.
Es aquí que es preciso desprenderse, o dejarse morir. El hombre es por mucho algo que debe ser superado, pero por esto mismo debe primero ser escuchado en lo que tiene de más expuesto y de más raro, para que su resto no se pierda en el paso [pasaje, transición]. El Bloom, residuo insignificante de un mundo que no deja de traicionarlo y exiliarlo, exige partir en armas; exige el éxodo.
Pero la mayoría de las veces, aquel que parte no encuentra a los suyos, y su éxodo redeviene exilio.


2bis. Desde el fondo de este exilio provienen todas las voces, y dentro de este exilio todas las voces se pierden. El Otro no nos acoge; nos devuelve y remite al Otro en nosotros. Abandonamos este mundo en ruinas sin remordimientos y sin pena, apresados por algún vago sentimiento de premura. Lo abandonamos como las ratas abandonan la nave, pero sin forzosamente saber si está amarrado al muelle. No hay nada “noble” en esta huida [fuite, también fuga], nada grande que pueda ligarnos los unos a los otros. Finalmente, quedamos a solas con nosotros mismos, ya que no hemos decidido combatir sino conservarnos. Y esto no es todavía una acción, solamente una reacción.


3una muchedumbre de hombres que huyen es una muchedumbre de hombres solos.


4no encontrarse es imposible; los destinos tienen su clinamen. Incluso en el umbral de la muerte, incluso en la ausencia con nosotros mismos, los otros no dejan de tropezarse con nosotros sobre el terreno liminar de la huida.
Nosotros y los otros: nosotros nos separamos por aborrecimiento, pero no conseguimos reunirnos por elección. Y sin embargo, nos encontramos unidos. Unidos y fuera del amor, al descubierto y sin protección recíproca. Es así como éramos antes de la huida, es así como hemos sido siempre.


5nosotros no queremos solamente huir, incluso si hemos abandonado este mundo porque nos parecía intolerable. No hay ninguna cobardía aquí: hemos partido en armas. Lo que queríamos no era luchar contra alguien, sino con algo. Y ahora que ya no estamos solos, haremos callar esa voz que hay adentro, seremos compañeros para alguien, ya no seremos los indeseables.
Será necesario esforzarse, será necesario callarse, ya que si nadie nos ha necesitado hasta aquí, ahora las cosas han cambiado. No plantear más preguntas, aprender el silencio, aprender a aprender. Pues la libertad es una forma de disciplina.


6la palabra avanza, prudente, y llena los espacios entre las soledades singulares, infla los agregados humanos en grupos, los coloca juntos contra el viento, el esfuerzo los reúne. Es casi un éxodo. Casi. Pero ningún pacto los mantiene juntos, salvo la espontaneidad de las sonrisas, la crueldad inevitable, los accidentes de la pasión.


7este paso, semejante al de los pájaros migratorios, al murmuro de los dolores errantes, da poco a poco forma a las comunidades terribles.





2 EFECTIVIDAD
de por qué la esquizofrenia es más que una enfermedad
y de cómo, mientras soñamos con éxtasis, llegamos a la endovigilancia policial [endoflicage].



1“nos dicen:¿pero el esquizofrénico no tiene también un padre y una madre? Lamentamos decir que no, que como tal no los tiene. Sólo tiene un desierto y tribus que lo habitan, un cuerpo pleno y multiplicidades que se aferran a él.”
Gilles Deleuze, Félix Guattari, Mil mesetas


1bis. La comunidad terrible es la única forma de comunidad compatible con este mundo, con el Bloom. Todas las otras comunidades son imaginarias, no verdaderamente imposibles, sino posibles solamente por momentos, y en cualquier caso nunca en la plenitud de su actualización. Emergen en las luchas, y son entonces heterotopías, zonas de opacidad ausentes de toda cartografía, perpetuamente en curso de constituirse y perpetuamente en vías de desaparición.


2la comunidad terrible no es solamente posible; ya es real, está siempre-ya en acto. Es la comunidad de los que permanecen/quedan/restan [restent, juego de palabras a lo largo del texto intraducible adecuadamente que hay que pensar en términos de resto]. Jamás está en potencia, no tiene ni devenir ni futuro, ni fines realmente externos a sí misma ni deseo de devenir algo más, solamente de persistir. Es la comunidad de la traición, puesto que va en contra de su propio devenir; se traiciona sin transformarse ni transformar el mundo alrededor de ella.


2bis. La comunidad terrible es la comunidad de los Bloom, pues en su seno ninguna desubjetivación es bienvenida. Además, para entrar en ella fue preciso ponerse primero entre paréntesis.


3la comunidad terrible no ek-siste, excepto en las disensiones que por momentos la atraviesan. El resto del tiempo, la comunidad terrible es, eternamente.


4a pesar de esto, la comunidad terrible es la única que es posible encontrar, porque el mundo —en cuanto lugar físico de lo común y el compartir— ha desaparecido  y porque sólo quedó de él una cuadrícula imperial que surcar. La mentira del “hombre” mismo no encuentra más mentirosos en los que afirmarse.
Los no-hombres, los ya-no-hombres, los Bloom, ya no consiguen pensar, como ha podido hacerse esto en otro tiempo, pues el pensamiento era un movimiento dentro del tiempo, y éste ha cambiado de consistencia. Además, los Bloom han renunciado a soñar, y habitan distopías acondicionadas, lugares sin lugar, intersticios sin dimensión de la utopía mercantil. Son planos y unidimensionales, ya que, sin ser capaces de reconocerse en ninguna parte, ni en sí mismos ni en los demás, no reconocen ni su pasado ni su futuro. Día tras día, su resignación borra el presente. Los ya-no-hombres pueblan la crisis de la presencia.


5el tiempo de la comunidad terrible es espiraloide y de consistencia turbia. Es un tiempo impenetrable donde la forma-proyecto y la forma-costumbre pesan sobre las vidas y las dejan sin espesor. Se lo puede definir como el tiempo de la libertad ingenua, donde todo el mundo hace lo que quiere, porque éste es un tiempo que no permite querer otra cosa que lo que ya está ahí.
Se puede decir que es el tiempo de la depresión clínica, o bien el tiempo del exilio y de la prisión. Es una espera sin final, una extensión uniforme de discontinuidades sin orden.


6el concepto de orden, al interior de la comunidad terrible, ha sido abolido en provecho de la efectividad de las relaciones de fuerza y el concepto de forma en beneficio de la práctica de la formalización, la cual, al no tener influencia sobre los contenidos a los que se aplica, es eternamente reversible. En torno a falsos rituales, a falsos plazos (manifestaciones, vacaciones, cesantías, asambleas diversas, reuniones más o menos festivas), la comunidad se coagula y se formaliza sin nunca tomar forma. Pues la forma, al ser sensible y corruptible, expone al devenir.


6bis. En el seno de la comunidad terrible, la informalidad es el soporte más apropiado para la construcción inconfesada de jerarquías despiadadas.


7la reversibilidad es el signo bajo el cual se coloca todo acontecimiento que tiene lugar en la comunidad terrible.
Pero es esta misma reversibilidad, con su cortejo de temores e insatisfacciones, lo que es irreversible.


8el tiempo de la reversibilidad infinita es un tiempo ilegible, no-humano. Es el tiempo de las cosas, de la luna, de los animales, de las mareas; no de los hombres, y aún menos de los ya-no-hombres, pues estos últimos ya no son capaces de pensarse, mientras que los primeros lo conseguían todavía.
El tiempo de la reversibilidad no es sino el tiempo de lo que es incognoscible a sí mismo.


9¿por qué los hombres no abandonan la comunidad terrible? — se preguntarán. Se podría responder que no lo hacen porque el mundo-ya-no-mundo es aún más inhabitable que ella; pero se caería en la trampa de las apariencias, en una verdad superficial, pues el mundo está tejido con la misma inexistencia agitada que la comunidad terrible; existe entre ambos una continuidad oculta que, para los habitantes del mundo y para los de la comunidad terrible, sigue siendo indescifrable.


10lo que debe más bien ser destacado es que el mundo obtiene su existencia mínima, la que nos permite descifrar su inexistencia sustancial, de la existencia negativa de la comunidad terrible (por marginal que pueda ser), y no, como podría creerse, lo contrario.


11la existencia negativa de la comunidad terrible es en última instancia una existencia contrarrevolucionaria, pues, ante la subsistencia residual del mundo, aquélla se contenta con pretender una mayor plenitud.


12la comunidad terrible es terrible porque se autolimita al mismo tiempo que no descansa en ninguna forma, pues no conoce el éxtasis. Razona con las mismas categorías morales que el mundo-ya-no-mundo, sin siquiera tener las razones para hacerlo. Conoce los derechos y las injusticias, pero siempre los codifica en base a la coherencia perdida del mundo que ella contesta [se opone]. Critica la violación de un derecho, la pone en evidencia, exige atención de ella. Pero ¿quién ha establecido (y violado) ese derecho? El mundo al que ella rechaza pertenecer. ¿Y a qué atención dirige su discurso? A la del mundo que ella niega. Así pues, ¿qué desea la comunidad terrible? El mejoramiento del estado de las cosas existente. ¿Y qué desea el mundo? Lo mismo.


13la democracia es el medio de cultivo de toda comunidad terrible. El mundo-ya-no-mundo es el mundo donde el litigio originario y fundador de lo político se borra en provecho de una visión gestionaria de la vida y lo viviente, el biopoder. En este sentido, la comunidad terrible es una comunidad biopolítica ya que también funda su unanimidad masiva y cuasi-militar en la represión del litigio fundador de lo político, el litigio entre formas-de-vida. La comunidad terrible no puede permitir en su seno la existencia de un bios, de una vida no conforme conducida libremente, sino sólo de una supervivencia [survie, literalmente sobre-vida] en sus filas. De la misma manera, la continuidad escondida entre el tejido biopolítico de la democracia y las comunidades terribles se debe al hecho de que el litigio es abolido en ellas mediante la imposición de una unanimidad desigualmente compartida y a la vez violentamente encerrada en una colectividad que se supone que hace posible la libertad. Así pues, sucederá, paradójicamente, que las filas de la democracia biopolítica resulten más confortables que las de la comunidad terrible, mientras el espacio de juego, la libertad de los sujetos y las constricciones impuestas por la forma-política, se encuentran como siendo algo inversamente proporcional, en un régimen biopolítico de verdad [de en el sentido de relativo a la verdad].


14cuanto más abierto a la libertad presuma ser un régimen biopolítico de verdad, más éste será policial, y más, al mismo tiempo que delega a la policía la tarea de reprimir las insubordinaciones, dejará a sus sujetos en un estado de inconsciencia relativa, de cuasi-infancia. En cambio, en un régimen biopolítico de verdad donde se pretenda realizar la libertad sin poner en discusión en discusión su forma, se exigirá de aquellos que participan en esto el introyectar a la policía en su bios, con el poderoso pretexto de que no hay otra opción.
Elegir la pseudolibertad individual concedida por las democracias biopolíticas —ya sea por necesidad, ya por juego o por sed de goce— equivale, para cualquiera que haya formado parte de una comunidad terrible, a una degradación ética real, pues la libertad de las democracias biopolíticas nunca es otra que la libertad de comprar y venderse.


15de manera similar, desde el punto de vista de las democracias biopolíticas unificadas como Imperio, los que se posicionan del lado de las comunidades terribles pasan de un régimen político de intercambio mercantil (de gestión) a un régimen político militar (de represión). Agitando el espectro de la violencia policial, las democracias biopolíticas consiguen militarizar las comunidades terribles, consiguen hacer que la disciplina en su seno sea más dura que en cualquier otro lugar; y esto a fin de producir un crescendo en espiral que supuestamente hace al fin preferible la mercancía a la lucha, la libertad de circular, tan calurosamente recomendada por la policía y la propaganda mercantil —“circulen, ¡no hay nada que ver!”—, a la libertad de ver otra cosa, el motín por ejemplo.
Para los que aceptan trocar la libertad más alta, la de luchar, por la más reificada, la de comprar, las democracias políticas acondicionan, desde hace veinte años, confortables sitios de emprendedores biopolíticos fuertemente conectados (¿qué sería de ellos sin sus redes?). Hasta que los fight clubs proliferen universalmente, start-up, agencias de publicidad, bares branchés [“conectados” a las últimas tendencias, a la moda, hipsters] y coches de polis no dejarán de pulular en función de un crecimiento exponencial. Y las comunidades terribles serán el modelo de este nuevo viraje de la evolución mercantil.


16comunidades terribles y democracias biopolíticas pueden coexistir en una relación vampírica porque las dos se viven como mundos-ya-no-mundos, o sea, como mundos sin afuera. Su ser-sin-afuera no es una convicción terrorista excitada para garantizar la fidelidad de los sujetos que forman parte de la democracia biopolítica o de la comunidad terrible, sino que es una realidad en la medida en que se trata de dos formaciones humanas que coinciden casi por completo.
No hay participación consciente en la democracia biopolítica sin participación inconsciente en una comunidad terrible, y viceversa. Pues la comunidad terrible es sólo la comunidad de la contestación social o política, la comunidad militante, y tendencialmente todo aquello que busca existir en cuanto comunidad en el seno de la democracia biopolítica (la empresa, la familia, la asociación, el grupo de amigos, la banda de adolescentes, etc.). Y esto en la medida en que todo compartir sin fin—en el doble sentido del término— es una amenaza efectiva para la democracia biopolítica, que se funda en una separación tal que sus sujetos ya no son siquiera individuos sino solamente dividuos repartidos entre dos participaciones necesarias aunque contradictorias, entre su comunidad terrible y la democracia biopolítica. Por eso, una de esas dos participaciones tiene que ser inevitablemente vivida como clandestina, indigna, incoherente.
La guerra civil, expulsada de la publicidad, se ha refugiado al interior de los individuos. La línea del frente que ya no pasa justo en medio de la sociedad, pasa en adelante justo en medio del Bloom. El capitalismo exige la esquizofrenia.


17el partido imaginario es la forma que toma esa esquizofrenia cuando deviene ofensiva. Se está en el Partido Imaginario no cuando no se está ni en una comunidad terrible ni en la democracia biopolítica, sino cuando se obra para destruir ambas.


18lo que se desmorona, se desmorona, pero no puede ser destruido. No obstante, la vida entre los escombros no sólo es posible, sino efectivamente presente. La inteligencia superior del mundo está en la comunidad terrible. La salvación del mundo en cuanto mundo, en cuanto que persiste en su estado de descomposición relativa, residiría, por tanto, en el adversario que ha jurado destruirlo. Pero este adversario, ¿cómo podría destruirlo sino al precio de su propia desaparición en cuanto adversario? Podría, nos dicen, constituirse positivamente, fundarse, darse leyes propias. Pero la comunidad terrible no tiene vida autónoma, no encuentra en ninguna parte un acceso al devenir. Ella es precisamente la última treta de un mundo en desagregación destinada a ser capaz de sobrevivir un poco más todavía.




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