“El fascismo es una mentalidad antes que una ideología. (…) Una mentalidad independiente de la edad, del medio en que se nace y de la militancia política a la que se adhiere. No es patrimonio de la derecha ni de la izquierda”.
Por Álvaro Erices
Una mentalidad
Respecto del denuesto a micrófono abierto surgido hace unos días en C5N por parte del comentarista de noticias Eduardo Feinmann en contra de la memoria del poeta y periodista Juan Gelman, repercuten argumentos a través del tiempo, la democracia y las venas abiertas de una América latina cuya puja de poder dio como vencedor a un tipo particular de mentalidad que, luego de casi dos siglos de historia, continúa bajando desde las bóreas oligárquicas y modela los pensamientos, actos y modos de vivir de una porción de las clases subalternas y marginales utilizando como cañón implacable el lenguaje televisivo.
León Rozitchner refirió en su libro sobre Simón Rodríguez que hay individuos que se piensan a sí mismos como parte de un grupo privilegiado (por sobre los demás) y que, en ésa diferenciación, se plantan desde un falso nacionalismo cuyo origen histórico y mental proviene de la derrota oligárquica en las valientes guerras de Independencia del siglo XIX.
En el mencionado libro, y luego de arduos estudios históricos, León comenta que hace dos siglos atrás los “promonárquicos” se camuflaron con ropajes "republicanos" y por medios democráticos lograron introducir, en la ciudadanía, el relato mental de los que mucho tienen y poco reparten por sobre la ideología de las gloriosas victorias independentistas que, tal vez, no encontraron la forma de reinventarse en las nuevas generaciones que le siguieron.
Su tesis afirma que una segunda emancipación latinoamericana, pero de tipo económica, contrarrestaría la hegemonía cultural que los liberales, y los sirvientes oligárquicos del capitalismo foráneo, mantuvieron durante todo este tiempo.
Ni zurda ni diestra
Por otro flanco, Ciro Bustos, lugarteniente del Che y del Comandante Segundo, escribió la siguiente reflexión: “el fascismo es una mentalidad antes que una ideología. (…) Una mentalidad independiente de la edad, del medio en que se nace y de la militancia política a la que se adhiere. No es patrimonio de la derecha ni de la izquierda”.
Al día de hoy, ésa mentalidad está agazapada esperando infiltrarse en el relato ciudadano al más mínimo descuido. Esto es lo que ocurre con el programa (canal C5N) de Eduardo Feinmann.
El principal lomo de burro con que se encontró el apresurado comentarista de noticias fue su propio decoro. ¿Por qué? Un difunto no se puede defender por más llamativo que sea el agravio. ¿Feinmann le habría dicho “asesino” de forma tan frontal, así nada más, y “facineroso” a Juan Gelman, si éste hubiera estado vivo?
Ética periodística
Uno de los principios que Jorge Masetti (director/fundador de Prensa Latina) divulgaba a sus compañeros de oficio periodístico era que “un periodista tiene que ser objetivo, pero no imparcial”. Complejo principio cuando en Latinoamérica existe una puja de poder comunicacional.
Los monopolios multimediáticos contienen dos tercios de criterio común en todo el cono sur: llámese O Globo, Clarín o El Mercurio. Ergo, quien se ponga detrás de esos micrófonos, guste o no, formará opinión.
Sin embargo, para que gente como Eduardo Feinmann se exprese hay vigente una Ley de Medios constitucional, sancionada democráticamente en 2009 luego de más de 30 años de debate a lo largo y ancho del país.
La mentalidad proyectada con saña en contra del poeta, el periodista, el militante, el abuelo (de Macarena Gelman), el hombre que soportó la pérdida de su hijo de 20 años (Marcelo Gelman), no es otra cosa que una forma particular de “poder como herramienta de coerción, de chantaje, de humillación…” y denostación, diría Ciro.
agencia paco urondo