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EL PATRON

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ENTREVISTAS

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Andrés Parra

Andrés Parra es el actor colombiano que, con maestría, interpretó a Pablo Emilio Escobar Gaviria en la serie Escobar, el patrón del mal, que el canal Caracol Televisión estrenó en 2012. La serie contó con 11 millones de espectadores el día de su estreno, se convirtió en objeto de culto con ringtones y álbum de figuritas, cruzó fronteras con gran éxito en Chile, Estados Unidos y Perú, y levantó polvareda con la eterna discusión por parte de algunos medios acerca de la publicidad y el elogio que representaba retratar la vida de un narcotraficante. Este verano Canal 9 comenzó a emitirla en el país y, sorpresivamente para tiempos de internet, logró picos de 9 puntos de rating. Finalizadas las grabaciones de la telenovela La suegra y a punto de comenzar los ensayos para una película que rodará desde febrero junto a Angie Cepeda y Julián Román, Andrés Parra conversó con Ni a Palos sobre la construcción de su personaje y la vigencia de Pablo Escobar en la sociedad colombiana.
¿Cómo impactó Pablo Escobar en tu vida?
Vengo de un hogar muy normal, ni rico ni pobre, y como a todos los de mi generación me tocó presenciar una guerra interna muy fuerte que vivía el país que no comprendíamos y no podíamos hablar. Recuerdo el terror de los padres porque uno saliera, el miedo a que estallara una bomba en cualquier parte, el maltrato en los aeropuertos. Esa era la cotidianidad y nos tuvimos que ir acostumbrando. En el colegio no se hablaba, era tabú, se pintaban palomas de la paz en las paredes, todas las noches se hacían misas por los asesinados, llevaban pañuelos blancos. Vivíamos como en esa onda todo el tiempo.
Alguna vez dijiste que interpretar a Escobar te sirvió para ver la complicidad de la sociedad colombiana junto a un posterior lavado de manos. ¿Por dónde pasa ese “todos somos Pablo Escobar”?
Fuimos una sociedad muy permisiva y con una doble moral muy fuerte. Creo que todo el mundo sabía quién era Pablo Escobar y de dónde venía su dinero. Sin embargo, todo el mundo quería tener negocios con él porque era el que mejor pagaba y compraba. Siempre menciono la frase que dice que si no está la mitad de la población en la cárcel por corrupción es porque Pablo Escobar siempre pagó en efectivo y nunca en cheque. Somos pasivos, un país en el que el rico es cada vez más rico y el pobre es cada vez más pobre. También la forma en la que asumimos el problema, cuando el problema no era nuestro. Nosotros no éramos los consumidores de los ochenta, la cocaína es una droga muy cara: los consumidores eran los magnates de Wall Street, los jugadores de fútbol americano, los basquetbolistas, los cantantes y rockstars, no era el colombiano ni el argentino. La perilla de ese mal estaba viva: la doble moral, lo pasivo, lo tolerante. Cuando se destapa el escándalo, ya todo el mundo suelta la mano. Ahora les da vergüenza, pero cuando lograron venderles la finca y los carros, no.
Escobar, el patrón del mal está basada en el libro La Parábola de Pablo, de Alonso Salazar Jaramillo. ¿Cuánto te sirvió esa lectura para la construcción del personaje?
Es la base. Terminé de leerlo y quise seguir. Pero creo que es el libro más completo de los que leí. De ahí partió una parte importante de la creación del personaje. Casi que soy un resumen del libro, con mis anotaciones. Después vi una serie fabulosa que hizo ESPN que se llama The two Escobar, y habla de fútbol y el mundial 94 cuando mataron a Andrés Escobar por el famoso autogol. Están Los archivos secretos de Pablo EscobarPablo Escobar ¿ángel o demonio?Los pecados de mi padre y Killing Pablo. En un punto todos empiezan a repetir lo mismo, pero creo que son los más interesantes.
¿El éxito que la serie tiene puede radicar en correrse un poco de la tradición de telenovela latinoamericana romántica?
Creo que las novelas rosas, con la historia de la pobre con el rico, la suegra tuerta y personajes caricaturescos, estaban de moda cuando copaban la parada México y Venezuela. Creo que comenzó en Argentina eso de correrse más al humor, con comedias deschavetadas. Colombia tomó ese modelo. De la comedia pasamos a este género que hace poco lo llamaron ‘la narconovela’, pero ahora pasó a ser autobiográfico. Están haciendo la novela de la selección de Colombia, del cantante Joe Arroyo, imagino que mañana saldrán con García Márquez. Creo que a las personas les llama mucho la atención este tipo de novelas, en la medida que el personaje sea controvertido. Si me dicen de hacer una novela de un futbolista me atrevería a pensar que es mucho más llamativa la historia de Maradona que la de Falcao. Creo que hay una tendencia a irse por ahí, con personajes con final trágico o comienzo duro.
¿Qué personaje te gustaría interpretar?
Creo que no debería ser yo quien lo interprete sino un venezolano, pero Hugo Chávez tiene que ser novela. Es esa profundidad, ese poder de personajes inabarcables. Maradona es otro. Imaginate a alguien haciendo del Diego en los momentos de soledad. No el Diego que le pegó a periodistas, el de la droga, eso ya lo vimos. Ese man ha hablado con Fidel Castro por teléfono. ¿Qué le dijo?
Algunos medios colombianos repudiaron Escobar, el patrón del mal por considerarla una serie publicitaria o elogiosa. ¿Cuál es tu opinión?
Te puedo garantizar que las críticas fueron de El colombiano, un periódico muy importante de Medellín, muy serio e interesante, pero que a mi modo de ver se quedó con un discurso muy viejo. Creo que no hay necesidad de defender a la serie. Desde el punto de vista de la dramaturgia está tan bien escrita y estructurada que se defiende sola. En cuanto a la apología al delito, es importante recordar que estamos interpretando lo que pasó en Colombia. Eso fue así y la fascinación del espectador con la serie es la misma que tuvo la sociedad en los ochenta con Escobar. La apología no la hizo la serie, la hizo la sociedad. Esto no es un invento nuestro. Hubo escándalo porque los niños se empezaron a llevar a las casas figuritas con fotos de los actores de la novela. Lo más fácil es echarle la culpa de todo a la serie. Igual, pienso que si la gente ve todos los capítulos se da cuenta en qué momento el personaje se pierde y empezamos a contar otra cosa. Si terminara con Escobar comprando el Barcelona, viviendo en Mónaco, casado con Penélope Cruz pues el mensaje sería ‘trafique con drogas que no pasa nada’, y eso no fue lo que pasó. La época de esplendor del narcotraficante no dura más de 7 años. Todos acaban en la cárcel, asesinados junto a sus familias.
En diciembre se cumplieron 20 años de la muerte de Pablo Escobar. ¿Cómo se piensa su figura en la actualidad?
Pienso que antes de la serie no se hablaba de eso. Después hubo una afición por el tema, vino lo del álbum de figuritas. Yo tenía mucha expectativa por lo que podía pasar en este aniversario, pero pasó mucho menos de lo que esperaba. Creo que lo recordamos un poco, volvimos a reflexionar, las generaciones jóvenes comenzamos a pensar otras cosas, pero que no hay ninguna relación. En esa semana hubo muchos documentales, pero tuvieron mucho que ver con la serie. Más que cuánta gente fue al cementerio, lo importante fue recordar quién fue Pablo Escobar.
A la distancia, ¿quedaron algunas escenas por grabar?
Hay una que está en el libro y me hubiera encantado poder hacer. Pablo amenaza a un coronel. Se entera de que ese fin de semana se había ido a un pueblito cerca de Bogotá con la familia. Escobar le dice: “no lo vamos a matar, pero le vamos a dañar el día festivo”. Averiguó cuál era la finca y a la hora del almuerzo le tiró un ataúd arriba de la mesa desde un helicóptero. Me parece una escenota. Rogué hacerla. Hasta en las amenazas ese tipo era excéntrico. Creo que no le alcanza a Hollywood hacer lo que hizo Escobar. Ni la imaginación de un libretista, ni el presupuesto de la industria, ni la genialidad del escritor supera lo que él causó aquí.
¿Cómo recibió el elogió de Popeye, el único sicario sobreviviente del cartel de Medellín, preso desde hace 23 años y que recientemente admitió haber participado en cerca de tres mil asesinatos?
Me sentí muy raro. Popeye da muchas entrevistas y en una le comentó a un periodista que le gustaría conversar conmigo. Se cuadró una cita telefónica. Había leído tanto de él que fue como si nos conociéramos. Él no veía la serie porque se transmitía a las 9 de la noche y a las 8 en la cárcel les apagan la luz. Sólo podía ver los avances. Fue muy respetuoso y me impactó que me dijera: “cuando vi que iba a interpretar a mi patroncito amado me preocupé mucho porque dije ‘este gordo lo va a caricaturizar’. Pero quiero decirle, señor Parra, que usted lo resucitó”.
En los noventa Medellín era considerada una de las cinco ciudades más peligrosas del mundo. Ahora se habla mucho del proceso de pacificación y un gran trabajo en las comunas. ¿Cuál es su opinión?
Los problemas de Colombia han cambiado. Sin dudas hoy en día es una ciudad que aprendió un poco su lección, tranquila, amable, con los problemas de seguridad y violencia que tienen todas las ciudades del mundo. Pero el país sigue en su guerra y lucha de poder: seguimos teniendo guerrilla y paramilitares. Ahí estamos, despacio, con muchas ganas de que esto se acabe algún día.
¿Qué series mirás?
Me enfermé con Breaking Bad y me parece de lo mejor que se ha hecho. Debo decir que soy un pésimo televidente. Es muy difícil que enganche con las series gringas. Mi esposa sufre porque agarro el control remoto y no sé por qué me llaman la atención las cosas mal hechas. También soy muy mal lector y pésimo cinéfilo. Colombia tiene un formato muy chévere de programas unitarios que han servido como trampolín para poder ver nuevos actores. Se llaman Tu voz estéreo y Mujeres al limite. No hay grandes empresas, son todos actores principiantes, no es un formato costoso y yo no me las pierdo. Me encanta analizar los errores, porque me gusta enseñar. No lo hago hace mucho pero me imagino el final calvo, de bastón, dando clases. Creo que en este oficio desde lo negativo se hacen muchas cosas positivas.
Tenés una intensa actividad en Twitter, con más de 350 mil seguidores. ¿Qué uso le das a la red social?
A mí no me gustaba, no la entendía, me parecía aburridísima. Mi esposa es community manager, me metió y me parece una herramienta muy buena. Abrí una cuenta porque pensé que cuando volviera a hacer teatro, avisaría y a lo mejor vendería 50 boletos. Ahora me di cuenta de otras bondades. Me parece un instrumento bueno, de opinión, y si no lo tuviera no estaría enterado de lo que pasa, por ejemplo, en Argentina. Es una herramienta con las noticias de primera mano y tiene mucho poder. Todos los días me levanto y leo los mensajes, no me gusta dar RT a todo lo que me dicen y me parece patética la gente reconocida que le da RT a todos los elogios. Paso mucho tiempo en la red social, lo acepto sin pudor. Las invitaciones a mi matrimonio las conseguí gracias a Twitter. Creo que pautar en revistas ya no tiene sentido. Hay que pautar en Twitter.
¿A qué le decís Ni a Palos?
Ni a palos al teatro 100% comercial.



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