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La deuda supera los u$s 10.000 M Kicillof hoy con Club de París va por fin de default

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• MINISTRO SE REÚNE EN FRANCIA CON REPRESENTANTES DE PAÍSES ACREEDORES

Por: Carlos Burgueño
AMBITO FINANCIERO

Axel Kicillof


Axel Kicillof llevará a las reuniones que comenzarán hoy con el Club de París dos ofrecimientos para acelerar un eventual acuerdo. Ofrecerá, para concretar a fines de este año o (aún mejor) para 2015, lo imprescindible a los ojos de los acreedores, aval para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) realice en el país una misión prevista en el artículo IV del organismo que dirige Christine Lagarde. Pero además, y para destrabar cualquier negociación, ofrecerá el pago al contado (en realidad, a 24 meses) de unos u$s 2.000 millones por el 20% de total adeudado a los países miembros del Club de París correspondientes a la deuda que supera por poco los u$s 10.000 millones. 

Con estas dos ofertas, necesarias por otro lado para los estados a los que la Argentina les debe ese dinero, el ministro de Economía y los funcionarios que lo acompañan en esta saga negociadora que comenzará esta tarde quieren que las negociaciones se destraben y en el menor tiempo posible cerrar este capítulo del default argentino abierto desde la crisis de 2001. Estarán también el secretario de Finanzas, Pablo López, y el negociador oficializado de la deuda externa argentina y ya también embajador argentino ante la Unión Europea Hernán Lorenzino y su colaborador directo de siempre, Adrián Cosentino. Según confirmaron fuentes oficiales a este diario, entre los cuatro hay hoy excelentes relaciones, más allá de haber sido Kicillof el reemplazante de Lorenzino; al punto de haber sido este último el que convenció al ahora ministro de Economía de la necesidad de avanzar en el acuerdo con el Club de París, pese a que cualquier negociación con este organismo debe incluir, para ser exitosa, las dos ofertas que el equipo llevará hoy a la rueda de discusiones. 

Lo más importante que los argentinos llevarán hoy ante el Club de París es la aceptación de las inspecciones del FMI, vedadas económica y políticamente por el kirchnerismo desde que Néstor Kirchner decidió cancelar en 2006 la deuda con el organismo. Este punto fue hasta ahora lo que frenó cualquier acercamiento serio entre la Argentina y los acreedores, ya que los estados miembros siempre les dejaron claro a los enviados que llegaban con la idea de regularizar la situación que no tendrán en cuenta ningún tipo de acercamiento que no acepte estas misiones. Sucede que las decisiones que toma el Club de París son ejecutadas por unanimidad, y si un solo socio no aceptaba que la Argentina (o cualquier otro estado) propusiera saltear la etapa del Fondo, la propuesta queda archivada. En este sentido, países como Japón, Alemania, Holanda o Francia, a los que la Argentina les debe miles de millones de dólares, nunca aceptaron la alternativa de no tener el aval del FMI para una negociación exitosa con el Gobierno de los Kirchner. Aclararon siempre que no se referían a una cuestión personal con los jefes de Estado o la Argentina, sino a que siempre fue ésta una condición estatutaria que para ser modificada se necesitaba una reforma de la Carta Orgánica del Club de París, lo que obviamente tampoco estuvo o está en los planes de ninguno de los estados miembros.

Kicillof va con el aval para que las misiones del artículo IV de la Carta Orgánica del Fondo puedan concretarse. Para esto confía el Gobierno en que desde febrero, cuando se presente el nuevo índice de inflación nacional IPCNu, los datos sean avalados por el organismo que maneja Christine Lagarde, se levante en septiembre la moción de censura, y lentamente se regularice la relación con la Argentina. Por esto además Kicillof quiere que el acuerdo se firme antes, bajo un "reconocimiento" de un aval del FMI sobre las cuentas nacionales antes que termine 2014. Luego, en algún tiempo indeterminado de 2015, finalmente el país se abriría a las misiones regulares, ya con la posibilidad de presentar la inflación nacional con algún dato más o menos confiable y aprobable por el FMI. La segunda oferta es el pago al contado de unos u$s 2.000 millones, correspondientes al 20% del total de la deuda. Aquí hay una ingeniería financiera para que ese dinero contablemente no termine afectando a las reservas. La cuenta que hacen en Economía es que un monto similar vaya siendo liberado paulatinamente por el Banco Mundial más el aporte de las cerealeras en lo que va del año, con lo que la cuenta no terminaría afectando las reservas del Central. El dinero del Banco Mundial estaría siendo ya negociado también por Lorenzino, que habría encontrado ya en sus días de ministro de Economía de Cristina de Kirchner buena predisposición del organismo a partir del avance de las negociaciones con los acreedores del CIADI. El año pasado Banco Mundial había liberado unos u$s 800 millones (luego de tres años de sequía crediticia), y ahora la intención es avanzar en préstamos más sustanciales. Es cierto que los fondos del organismo se destinan a objetivos concretos con nombre y apellido. La idea del Gobierno es que esos proyectos, para los que el Banco Mundial aportaría dinero, sean obras ya presupuestadas por el Gobierno y que la plata se libere luego de la llegada de la asistencia financiera de la entidad. Para terminar de armar la ingeniería financiera para conseguir los u$s 2.000 millones, se piensa en ampliar la Letra del tesoro que se les inscribió a las exportadoras cerealeras en diciembre del año pasado y por la cual éstas se comprometieron a aportarle al Central unos u$s 1.800 millones antes que termine enero de 2014. La intención sería una nueva Letra similar a la actual, para el segundo semestre del año.

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