El cuarto disco del Indio Solari viene acompañado por un packaging similar al de los trabajos anteriores, con ilustraciones creadas con editores digitales. El mundo solari, en algunas imágenes. Por Enrique de la Calle En una nota con AGENCIA PACO URONDO, el responsable de la estética de Los Redondos, Rocambole, chicaneó a Solari sobre su rol como dibujante: "¿Dibujante? El Indio es un excelente cantante y como escritor, como poeta es algo deslumbrante", ironizó. Seguramente, no le gustará la nueva gráfica de "Pajaritos, Bravos Muchachitos", que sigue la impronta de los tres trabajos anteriores de Solari. En la tapa, con dibujos que tienen textura, se puede ver a un hombre (¿al propio Indio?) de espaldas, con alas, mirando al lago. Unos pájaros lo sobrevuelan. Esos dos temas (los pájaros y la despedida) cruzan toda la nueva obra de Solari. En la veintena de páginas del libro, una ilustración acompaña (¿complementa?) la letra de cada tema. Al principio y al final, se despliegan dos pósters que los fanáticos podrán cortar y pegar en la pared de su habitación. Como ocurrió en trabajos anteriores, Solari intercala en el libro frases sueltas, que cada cual podrá interpretar a su modo. En la parte delantera leemos un breve fragmento del Corán: "Y Salomón fue heredero de David y dijo: ¡hombres!, hemos sido instruidos en el lenguaje de los pájaros y colmados de todo bien (XXVII, 15)". Más adelante, encontramos un par de líneas pertenecientes al poeta platense Roberto Themis Speroni (murió a los 45 años, en La Plata): "No del cuchillo nace el miedo / ni del temblor los pájaros del frío (...) eso es lo cierto, eso es lo cierto / lo demás es del vino y la danza". Todas las ilustraciones del disco pertenecen a "El frisón ciego", como Solari se llama a sí mismo en los créditos. Vemos hombres y mujeres con cabeza de pájaro y alas, por todos lados y en diferentes situaciones. Tal vez, se trate de la obra más conceptual del artista, con aves atravesándolo todo: tapa, nombre del álbum, letras, gráficas... Finalmente, el Indio salió de su nido en Parque Leloir para compartir una nueva creación que lleva una impronta que ya es marca registrada desde hace décadas en la cultura popular argentina. Los pájaros de la noche (que se oyen cantar y nunca se ven), encantados.
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