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Un ex miembro de la "maldita policía" es candidato a concejal del massismo

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Juan Carlos Rebollo es uno de los hombres que el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, le aporta al Frente Renovador. El hombre arrastra un pasado oscuro como personal del Coti Martínez, un centro clandestino que integró el Circuito Camps. Por: Ricardo Ragendorfer Aquel sujeto, enmascarado con gafas negras y gorrita partidaria, estaba a sus anchas; repartía apretones de manos y se enfrascaba en breves diálogos con los vecinos de Beccar. La escena ocurrió el 3 de agosto en pleno centro de esa localidad. Días antes, en la coqueta Residencia María del Pilar, de Boulogne, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, lo había presentado como uno de los 12 candidatos a concejales que su distrito le aportaba al Frente Renovador, liderado por Sergio Massa. Ahora, forzando una sonrisa, fatigaba las calles en busca de votos. Es posible que, en tales circunstancias, alguien lo reconociera; ese tipo era nada menos que el comisario Juan Carlos Rebollo. En su lugar, otro hubiera cultivado un estricto bajo perfil. Lo cierto es que su primer refucilo de fama lo emparenta al mundo del rock. En noviembre de 1988, una docena de matones irrumpió en la discoteca Latex, de San Miguel, durante un recital de la banda Los Violadores. Un disparo al aire y el encendido de las luces matizaron esa incursión. Sus protagonistas, provistos de armas cortas, bramaban órdenes incomprensibles, no sin golpear al público, mientras arrojaban al piso pequeños envoltorios de cocaína. Acto seguido, ingresó otra turba, formada por policías, que fue agrupando a la gente a culatazo limpio. Los primeros eran de PROLATIN (Liga Católica Argentina Pro Campaña Latinoamericana de Ayuda al Drogadependiente), una falange parapolicial integrada por oficiales de la Bonaerense, militares carapintadas y lúmpenes suburbanos, supuestamente abocados en la lucha contra el tráfico de drogas. Los otros estaban al mando de Rebollo. El operativo fue legitimado por el entonces juez federal de San Isidro, Alberto Piotti, a instancias del jefe de PROLATIN, Moises Jardín, un cura ultraderechista cuyos acólitos solían financiarse con la venta de pócimas ilegales. Jardín, Piotti y Rebollo formaban un animado trío. Este último vio en la tarea del padre Moisés una causa justa. Relegado en aquellos días a la comisaría 5ª de Beccar –debido a un sumario que le instruyeron por "irregularidades" cometidas en su paso por la Dirección de Toxicomanía–, Rebollo arrastraba un pasado oscuro. Tanto es así que en los pasillos de la Bonaerense aún hoy se lo recuerda como parte del personal de Coti Martínez, un centro clandestino de exterminio que durante la última dictadura integró el denominado Circuito Camps. De hecho, su apellido figura como tal en el legajo 1277 de la CONADEP. Sin embargo, la justicia jamás lo importunó por ello. Ya a mediados de los '80, además de su provechosa relación con Piotti, el "Loco"–tal como llamaban a Rebollo sus camaradas– se puso bajo el ala de la línea policial que en esa época ya encabezaban en el corredor norte del Gran Buenos Aires los comisarios Oscar "El Cocodrilo" Rossi y Mario Naldi. Fue en esa época cuando algunas denuncias lo pusieron en aprietos; entre ellas, el "mejicaneo” de casi 300 kilos de cocaína secuestrada en los operativos "Tía María” y "Flamenco”. Leé la nota completa en el sitio de Tiempo Argentino - Un ex miembro de la "maldita policía" es candidato a concejal del massismo

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