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Moyano perdió su ruta Por Pablo Galand

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En otro paso en falso, el camionero convocó a un paro de escasa adhesión El flamante socio de De Narváez derechizó su discurso, al punto de cuestionar los planes sociales del Gobierno. La estrategia para armar un bloque sindical en Diputados y el anhelo de unificar la CGT tras las elecciones. Las fallidas negociaciones con Massa. Como si se tratara de un actor que no logra encontrarle la vuelta al personaje que debe interpretar, Hugo Moyano terminó dando un paso en falso en su primera actuación en el teatro electoral. El acto del lunes pasado en Plaza de Mayo, que coronó el paro del sindicato de Camioneros en protesta por el Impuesto a las Ganancias, estuvo lejos de tener la convocatoria y el colorido de otras jornadas organizadas por el mismo gremio: Sin embargo, a pesar de la escasa adhesión, consiguió generar un breve caos urbano, al dejar los cajeros sin plata, las calles llenas de basura y los surtidores sin nafta. La apuesta del camionero es generar malhumor social en medio de la campaña electoral. Por eso, ya planifica cómo sumar voluntades para una huelga general antes de las elecciones de octubre. Entre los blancos elegidos figuran los gremios vinculados al transporte de pasajeros, que antes de la fractura de la CGT le eran leales. Desde que Moyano decidió competir a través de su Partido por la Cultura, la Educación y el Trabajo y en alianza con Francisco de Narváez, su discurso se alejó de la liturgia peronista y redundó en tópicos más cercanos a las quejas caceroleras y la tradición gorila. “Los planes Trabajar, son los planes descansar”, fue la desafortunada frase con la que hizo propia la agenda de ciertos sectores medios urbanos refractarios a las políticas sociales del kirchnerismo. Con todo, así como en la arena política continúa en un sendero errático, en el terreno estrictamente sindical es donde el camionero sigue mostrando mejores reflejos. Ante la falta de respuestas a los reclamos de suba del mínimo no imponible y de actualización de las asignaciones familiares, sectores sindicales que hoy no comulgan con él compartieron su demanda. Esta confluencia circunstancial de intereses es el elemento que abre las expectativas en algunos dirigentes para que luego de las elecciones de octubre se inicie una instancia de reunificación del movimiento obrero. “El Negro erró la forma de decirlo, pero los planes Trabajar deberían ser una solución de coyuntura hasta que se tenga un trabajo genuino. Y la verdad es que ese trabajo genuino hace tiempo que para mucha gente no llega”, le indica a Veintitrés un dirigente cercano a Moyano, tratando de enmendar la gaffe del camionero. De todos modos, no desdeña el contenido electoralista de las frases y la intención de quedar bien con un sector determinado de la sociedad. “Es cierto que declaraciones de ese tipo pueden ser recibidas con simpatía por la clase media que siempre fue bastante hostil con Moyano”, reconoce la fuente. Más allá de las coincidencias discursivas a las que puedan arribar Moyano y De Narváez, la sociedad de ambos dirigentes bajo el Frente Unión por la Libertad y el Trabajo huele más a un matrimonio por conveniencia que al resultado de un acuerdo programático. El empresario prefirió el lunes concurrir a un acto en Mar del Plata, antes que compartir el palco con los dirigentes sindicales en la Plaza de Mayo. “Cuando se hace un frente con sectores que son muy diferentes entre sí, hasta que no se empieza a caminar un tiempo y ver si se encuentran los acuerdos, lo mejor es laburar cada uno por su lado”, señalan desde el moyanismo. Tampoco está previsto que los tres dirigentes sindicales que figuran en lugares expectantes en la lista que encabeza De Narváez (el canillita Omar Plaini ubicado en el segundo puesto, la dirigente del Sindicato de Empleados de Minoridad, Susana Laburu, en el sexto, y el camionero Silvio Klein en el noveno) participen de los actos junto al “Colorado”. “La alianza se selló desde el punto de vista de que ambos tienen algo que al otro le falta”, señala otra fuente sindical. “De Narváez se maneja muy bien mediáticamente, pero carece totalmente de un armado territorial, que es fundamental para garantizar los votos en una elección. La estructura que tiene Moyano a través de Camioneros le asegura la presencia de fiscales en toda la provincia”, completa. Es por eso que más allá de las reservas que puede generar la figura de De Narváez, en el moyanismo se sienten ganadores por la cantidad de dirigentes sindicales que pueden hacer ingresar en las diferentes legislaturas. “Con que De Narváez llegue a un 17 por ciento de los votos, nos aseguramos tres diputados en el Congreso nacional, otros tres diputados provinciales y más de 50 concejales”, calculan. “Es mucho más de lo que conseguimos después de acompañar durante más de ocho años al kirchnerismo”, rematan. Ante este panorama parece quedar claro que una vez definidos los resultados de las elecciones de octubre, la intención de Moyano es construir un bloque sindical en el Congreso, antes que formar parte del conjunto de diputados que liderará Francisco de Narváez. El contraste de lo que fueron las negociaciones con Sergio Massa es lo que explica porque Moyano terminó cerrando un acuerdo con el ex dueño de Casa Tía, con el riesgo de integrar un espacio que puede quedar tercero en la provincia de Buenos Aires. “Arriba de la espuma de su Miami Tigre, Massa nos decía ‘yo soy el que conduzco y te doy lo que quiero’. Así era imposible llegar a un acuerdo”, dicen. Sin embargo, quedaron algunos heridos. El principal, Facundo Moyano, titular del gremio de los trabajadores de los peajes. El hijo del camionero jugó fuerte a favor de un acuerdo con el intendente de Tigre e insistió hasta último momento. Los resultados de esas desavenencias quedaron plasmados en la ausencia de Facundo en el acto de Plaza de Mayo y en el hecho de que aún no renunció al bloque de diputados del Frente para la Victoria como sí lo anunció Plaini esta semana. “Facundo está en una situación de que no sabe/no contesta”, aseguran cerca del joven diputado. Así como la construcción política que pretende edificar arroja magros resultados, en el terreno sindical Moyano trata de sumar fuerzas para insistir con los reclamos que viene sosteniendo desde que decidió romper con el Gobierno. En la reunión del miércoles pasado en la sede de la CGT, los gremios que responden al camionero analizaron la posibilidad de lanzar un paro nacional. Entre los más entusiasmados con la medida se encontraba el dirigente de los peones rurales, Gerónimo Venegas, partidario de lanzar la medida antes de las PASO. Sin embargo, la necesidad de garantizarse una adhesión contundente –en medio de un proceso electoral y con los dirigentes sindicales formando parte de la contienda– llevó a que primara la prudencia en el cónclave. Se decidió sondear a otros sindicatos que hoy están en la otra CGT pero que últimamente han sido muy enfáticos en cuanto a los reclamos por Ganancias y Asignaciones Familiares. Los colectiveros de la UTA que lidera Roberto Fernández y los ferroviarios de La Fraternidad de Omar Maturano son los primeros a los que se intentará convencer para que se sumen a la medida. No sólo por lo que han expresado en las últimas semanas sino porque son gremios clave a la hora de garantizar el éxito de un paro general. La CGT que lidera el metalúrgico Antonio Caló quedó golpeada tras la decisión inconsulta del secretario de prensa de la central, Héctor Daer, de integrar la lista de Massa. Sin embargo, confían en que estos desencuentros no se traduzcan en traspasos hacia la CGT moyanista. “Estoy convencido de que sindicatos como UTA y La Fraternidad tienen un compromiso con esta CGT y se van a mantener en nuestro espacio”, le aseguró a Veintitrés un dirigente del sector conocido como “los independientes”. Estos realineamientos que se dan en el interior del movimiento obrero es posible que se aceleren luego de las elecciones de octubre y son muchos los que pronostican que puede llegar a darse una unificación de las dos CGT. “Los sindicalistas somos como las vedettes, nos vivimos peleando pero por lo bajo seguimos chamuyando”, grafica un dirigente de la CGT moyanista. En el sector de Caló reconocen que la Iglesia, por orden del papa Francisco, viene realizando gestiones a favor de la unidad. Incluso, con perspectivas opuestas, ambos sectores sostienen que Moyano podría dar un paso al costado si es el condicionante para la unidad. Desde su sector apuestan a un buen resultado electoral que lo catapulte definitivamente en la arena política. En la vereda de enfrente, esperan un traspié que lo debilite tanto política como sindicalmente. Es por eso que en octubre también Moyano juega su futuro. Revista Veintitrés

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